La casa ayuntamiento, con más aspecto de posada de villorrio que de palacio consistorial
De esta peculiar forma describía ‘El Duende de la Morerilla’ al antiguo edificio del ayuntamiento nazareno, construido en los inicios del siglo XVI en el lugar que hoy ocupa el actual (esquina de la calle Nuestra Señora de Valme con la plaza de la Constitución), aunque en su origen poseía un área mucho menor (apenas 166 metros cuadrados).
Razón no le faltaba, pues el primitivo consistorio era de trazas sencillas por no decir toscas, reflejando a la perfección el precario estado en que siempre se encontraron las arcas municipales. El edificio en sí poseía dos plantas. En la superior hubo una galería que servía como tribuna para los capitulares en los días de las grandes festividades (Corpus Christi, Santa Ana…). En el siglo XVIII, y ante las nuevas necesidades del consistorio, se cerró la galería y se construyeron en esa planta dos habitaciones, una de las cuales sirvió de despacho para el secretario, mientras que la otra terminó siendo la primera sede del juzgado municipal a mediados del XIX. Por su parte, en la planta baja se encontraba el vestíbulo-recibidor, donde estaba el tablón con los bandos y otras disposiciones de la Alcaldía, y, a la izquierda, la oficina del alguacil-portero. Por una puerta que daba directamente al vestíbulo, se accedía a la sala capitular o de sesiones cuya ventana daba a la calle Nuestra Señora de Valme. Era, sin duda alguna, la habitación más solemne que poseía el ayuntamiento. Y por una puerta que existía en la oficina del alguacil, se accedía al patio o corral de las casas capitulares, cuya primera referencia data de 1547.
A finales del siglo XIX, se acometieron numerosas intervenciones en las viejas casas consistoriales, con el fin de reparar los numerosos desperfectos que ya presentaba el edificio. La más destacada tuvo lugar en 1876-1878, siendo alcalde José Carballido, y consistió en el encalado de las fachadas, la sustitución de las puertas del edifico y el arreglo de la habitación del juzgado y de la sala de sesiones. Todo ello tuvo un coste de casi mil pesetas.
Poco tiempo después, en 1880, se colocaron a ambos lados de la puerta principal unos faroles que eran iluminados con petróleo. Estos faroles continuaron en aquel lugar hasta la reforma de 1926, a pesar de que en 1903 llegó la luz eléctrica al edificio. Pero antes de que esta última apareciera, la iluminación interior se hacía a base de quinqués de aceite, primero, y de queroseno (o petróleo, en el vocabulario de la época), después. Como curiosidad, apuntaremos que en 1877 era José de la Vega el encargado de suministrar las latas de petróleo necesarias para mantener la iluminación del consistorio, valiendo cada lata la cantidad de 10,50 pesetas.
A principios del siglo XX, volvieron a hacerse reparos, como ocurrió en 1902, cuando se pagaron 200 pesetas al maestro alarife Francisco Hidalgo Oliva por recoger desconchones y blanquear el exterior, o en 1911, cuando tuvo lugar la restauración de la techumbre. Pero también se procedería en esas fechas a la sustitución de buena parte del mobiliario, que había quedado anticuado. Así, por ejemplo, en 1903 se compró en el almacén de muebles de Miguel Medina una mesa de caoba por 120 pesetas y siete años más tarde se adquirió un sillón y una mesa para la alcaldía y un año más tarde se retoca el tejado de las casas consistoriales. Más curiosa fue la adquisición de una caja fuerte en febrero de 1903 para la custodia de los fondos municipales.
En cualquier caso y a pesar de todos esos reparos, el edificio seguía siendo un caserón feo y poco funcional. En 1926, estando cerca la fecha de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, el entonces alcalde de Dos-Hermanas, Joaquín Varo Jiménez, entendió que las viejas casas consistoriales no estaban a la altura de la importancia que iba teniendo nuestra ciudad, gracias, en buena parte, a la industria de la aceituna. Por eso tomó la decisión de reformarlo completamente, para darle una nueva imagen exterior. Tales reformas, que merecieron los elogios de los nazarenos de la época, se llevarían a cabo entre 1926 y 1927, y aquel antiguo y destartalado edificio se convirtió en otro mucho más en consonancia con el gusto regionalista de la época. Al fin tendría Dos-Hermanas una digna casa consistorial.
La torre del reloj
En 1843, se construyó en las casas consistoriales una pequeña torre con campana, con el fin de colocar en ella un reloj público que marcase las horas del municipio. Reloj que fue realizado un año más tarde por el afamado relojero bilbaíno José Manuel de Zugasti. Sin embargo, al poco tiempo (muy posiblemente a finales de aquella década) la torre presentó tan mal estado de conservación que peligraba su estabilidad. Entonces, los capitulares decidieron derribarla y colocar el reloj en el lugar que hoy ocupa junto a la torre-campanario de la iglesia de Santa María Magdalena, sin perder, eso sí, su titularidad municipal. En cambio, de la pequeña campana no hay noticias de su paradero. ¿Dónde fue a parar?.
{xtypo_rounded3}El retablo de la cruz
Donde hoy se encuentra el rótulo con el nombre de la calle Nuestra Señora de Valme, próximo a la esquina con la plaza, se colocó en el siglo XVIII un bello retablo cerámico de estilo neoclásico que albergaba una artística cruz de forja. Formaba parte ésta del vía crucis que partía de la puerta de la parroquia de Santa María Magdalena y concluía en el histórico lugar de las cruces del Calvario. El retablo tuvo que ser retirado de aquel lugar cuando se acometieron las obras de reforma de 1926-1927. Sin embargo, una vez terminadas las obras no se restableció, ignorándose el paradero tanto del retablo como de la cruz.{/xtypo_rounded3}
La galería superior
En la planta alta del edificio del ayuntamiento existía un corredor o sencilla galería abierta, utilizada por los capitulares nazarenos principalmente para contemplar desde allí las procesiones y las fiestas de toros y juegos de cañas que se organizaban en la plaza pública. También fue escenario de momentos anecdóticos, como ocurrió en 1639. En marzo de ese año, don Pedro de Pedrosa llegó a las casas del concejo para tomar posesión de las mismas, como nuevo Señor de la villa. Entonces, “se paseó por las dichas casas del Cauildo y subió a un corredor alto y estando presente en la plaza mucho concurso de gente de los vezinos de la dicha villa se les manifestó y hechó (sic) cantidad de dinero en reales de plata al pueblo, lo qual pasó quieta y pacíficamente”. La galería terminó cerrándose muy posiblemente en el siglo XVIII con la intención de aprovechar el espacio ante las nuevas necesidades del consistorio.
{xtypo_rounded4} Plano aproximado del antiguo ayuntamiento de la villa. En él aparecen: la sala capitular (1); la oficina del alguacil-portero (2); el vestíbulo (3); el patio o corral (4), donde se encontraba una escalera que conducía a la planta superior; la cárcel municipal (5); oficina de la guardia municipal (6); el corral del depósito municipal (7); y el antiguo matadero de la localidad (8), desde 1902 Casa de Socorro.{/xtypo_rounded4}