Hace casi tres siglos, en enero de 1724, accedió al trono de las Españas un joven de diecisiete años de edad, Luis I de Borbón, muy querido por el pueblo, tanto es así que pasó a la Historia con el entrañable sobrenombre de El Bien Amado. Era mucho lo que se esperaba de este nuevo monarca, después del reinado de su padre Felipe V, marcado por el hecho traumático que supuso la Guerra de Sucesión (1701-1713).
El que fuera primer hijo de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, nació en el palacio del Buen Retiro de Madrid el 25 de agosto de 1707. Era, además, el primer nacimiento de un Infante en España desde que en 1661 naciera el que sería rey Carlos II, y la feliz noticia se extendió rápidamente por todo el reino, llegando a Dos-Hermanas el 29 de agosto.
En el cabildo celebrado ese día en las casas del concejo por los capitulares José de Vieta y Calcina, corregidor, Domingo Valentín Nieto, alcalde ordinario, Diego Díaz de Rivas, alguacil mayor, Sebastián Ximénez Albarrán, teniente de regidor perpetuo, y Alonso García de Rivas, regidor, se leyeron dos cartas remitidas por el Asistente de Sevilla, “por donde se le participa la deseada noticia del feliz nacimiento de Nuestro príncipe, que Dios guarde, para que esta villa selebre y dé gracias a Dios por tan señalado beneficio como le a echo a esta Monarquía”. Ante tal suceso acordaron los capitulares nazarenos que se pusieran “luminarias por tres días y se haga fiesta al Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Rosario con prosesión general y se hagan fiestas de toros y las demás demostraciones de alegría que sea posible y los gastos que en ello se ofreciere se saquen por no tener propios la villa de los derechos y arbitrios de que esta villa usa en virtud de Real Facultad, aunque sea empeñándolos y para ello se nombran por diputados a los Señores don Joseph de Vieta y Calsina, correxidor de esta villa, y a Alonso García de Rivas, rexidor, a los quales este Concejo les [dio] poder y facultad para que hagan el gasto nesesario para que dichas fiestas se hagan con el mayor aparato que [fuera] posible”. Como se puede observar, los capitulares recibieron con gran alegría la noticia del nacimiento del que sería heredero de la Corona y primer Borbón nacido en España. Y es que Dos-Hermanas, con su marqués a la cabeza, y siguiendo los pasos de la capital hispalense se había posicionado claramente del lado de los Borbones cuando murió en noviembre de 1700 sin descendencia Carlos II. Y al estallar en 1701 la Guerra de Sucesión, continuó apoyando a la citada dinastía, contribuyendo con hombres y caballos al conflicto bélico.
El final de una etapa
Andado el tiempo, el 10 de enero de 1724, sorpresivamente Felipe V firma el decreto de abdicación a favor de su primogénito, que ascendería al trono como Luis I de España. Pocos días más tarde, Dos-Hermanas juró fidelidad al nuevo monarca, volviendo así a demostrar su adhesión a la dinastía borbónica. Sin embargo, el reinado de Luis de Borbón concluiría tan sólo siete meses más tarde, pues falleció, víctima de la viruela el 31 de agosto de 1724.
La noticia de la muerte del joven rey se conoció en Dos-Hermanas el 18 de septiembre y aquel mismo día se reunieron en cabildo en las casas consistoriales los capitulares José de Vieta, Diego Ortiz, alcalde ordinario, Andrés Gutiérrez Rubio, alguacil mayor, y Juan Baltasar de Castro, regidor. Durante dicha reunión se leyó un despacho enviado por el Concejo de la ciudad de Sevilla en el que se informaba de la “funesta noticia de la nunca bien sentida muerte del Rey nuestro Señor DON LVIS PRIMERO (que esté en Gloria), acaecida el Jueves treinta y vno de Agosto de este año, a las dos y media de la madrugada, de la grave enfermedad que padecía, la que tiene a esta Ciudad con el summo dolor, y quebranto que corresponde a vn Rey de tan altas, y amables prendas”. En ese mismo despacho, curiosamente se ordenaba que todos los vecinos se vistiesen de luto en señal de duelo y se celebrasen honras fúnebres en sufragio del alma del monarca difunto.
Tras la lectura, acordaron los capitulares “se fixen edictos hasiéndolo saber a los vecinos que se vistan de luto según la premática atento a no haber pregonero en esta villa y en quanto a onras se envíe diputado por este cabildo a el eclesiástico desta villa haciéndole la representación que se previene para que en vista fúnebre noticia se sirvan de señalar día para dichas onras para que pueda este Cabildo asistir”. Acto seguido, el regidor Juan Baltasar de Castro fue el designado por el concejo nazareno para informar al párroco de la muerte del Rey, y el escribano del cabildo, Francisco José de Arquellada Berrio fijó los citados edictos en las puertas del consistorio y otros lugares públicos de la villa. También en esa misma reunión se leyó otro despacho remitido por “Su Magestad el Señor Don Felipe Quinto y señores de su Real Consejo en el que noticia la real Resolución que ha tomado de bolber a encargarse por la muerte del Señor Don Luis Primero del Reinado y gobierno de la Monarquía y que se tilde la nota que se puso en el papel sellado”.
A los pocos días se celebró en la parroquia de Santa María Magdalena las honras fúnebres por el eterno descanso del rey Luis I, asistiendo el concejo de la villa. De esta sencilla manera (que contrasta con la pomposidad de las fiestas que en 1707 se celebraron con motivo de su nacimiento) despidió Dos-Hermanas al que ha sido hasta la fecha el rey más efímero de la Historia de España.