1914. Fallece Manuel Valera, el primer periodista de Dos Hermanas

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1914. Fallece Manuel Valera, el primer periodista de Dos HermanasAdemás de informar a toda España de la actualidad nazarena, su inquietud le llevó a desarrollar otras actividades: fue profesor de francés, apoderado taurino y exportador de aceitunas.

De riguroso luto y con gesto atribulado llegó ayer a Dos Hermanas, en tren procedente de Granada, la bella (y misteriosa) María del Reposo Mensaque y Gorostiaga. Venía de dar sepultura a su marido, fallecido el 13 de octubre en el balneario de Lanjarón (adonde habían ido a tomar las aguas) de una peritonitis o padecimiento de vientre, según señala el certificado de defunción.

La muerte de Manuel Valera García no pasará desapercibida. Con él se va el ser más inquieto, emprendedor y rebelde que ha conocido Dos Hermanas en este cambio de siglo. Sin duda, un hombre adelantado a su tiempo en este pueblo aletargado.

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Polifacético e inconstante
Su vida se movió por impulsos, cambiaba de actividad constantemente, llevado por las pasiones, su olfato comercial, las modas de cada momento. Para que quien no conozca nada de él pueda hacerse una idea, Valera desempeñó tareas tan dispares como catedrático de francés, bibliotecario de Dos Hermanas, exportador de aceitunas, administrador de loterías, expedidor de cédulas, apoderado taurino (lo fue del novillero Rafael Díaz ‘Ostión’, en 1903), comprador de huesos (nunca trascendió para qué eran) y hasta vicecónsul de Portugal (1913). Pero su gran pasión (después de su esposa, a la que adoraba) fue el periodismo.

1914. Fallece Manuel Valera, el primer periodista de Dos Hermanas

En 1892 publicó dos libros: Historia de las bibliotecas y Bocetos vulgares. En 1894 creó una agencia de noticias, El Corresponsal Español, que al año siguiente trasladó a Dos Hermanas con el nombre de La Estafeta. Escribió artículos en más de veinte periódicos y revistas, algunos del prestigio de Las Novedades o Nuevo Mundo de Madrid. Fue desde 1894 corresponsal en Dos Hermanas para Diario de Sevilla, El Tribuno, El Noticiero Sevillano o La Andalucía. En este último escribió 239 noticias de Dos Hermanas sólo en 1897.

A través de su pluma ha conocido España las huelgas de la fábrica de yute, las inundaciones en Las Morerillas, los atropellos del tren, las murgas de nuestro carnaval, la primera Romería de Valme (1894), los chanchullos políticos. Cuando hablaba de política, sus informaciones no eran inocentes. A veces escribía bajo seudónimos. Desde su ideología silvelista, en cuanto tenía oportunidad azotaba con punzantes artículos (véase el artículo más abajo) a los conservadores del pueblo, a los caciques que tanto daño hacían a su querida Dos Hermanas. Con sus ataques conseguía que sus adversarios se cambiaran de acera para no cruzarse con él.

El nazareno afrancesado
Nacido en la calle Real en 1870 (ha muerto con 44 años), su vida fue tan intensa como testarudo su carácter. Heredó la visión comercial de su madre, Brígida García (dicen que la primera que coció aceitunas), quien lo mandó a estudiar francés dos años al Lycée de Montde-Marsan de París. Manuel llegó de Francia con ideas frescas, diferentes, demasiado adelantadas quizá para una Dos Hermanas de mayoría analfabeta. Cultivó la amistad de Lamarque de Novoa, de Luis Montoto.

En Madrid, mirando a través de la reja de un colegio, conoció a Reposo, de la que se enamoró perdidamente. Obtuvo permiso del padre para establecer relaciones y en 1893 se casaron en la catedral de Sevilla; él con 23 años, ella con 18. Primero residieron en Botica y actualmente en calle Real. Tienen cinco hijos: Manuel, Eugenio, Francisco y los mellizos Miguel y José Luis.

Se convirtieron en un matrimonio extraño y demasiado moderno para los nazarenos de a pie. Gustaban de ir a Sevilla en coche de caballos (ella con sombrero y pañuelos de gasa, él con traje y capa) a la zarzuela, al teatro, a fiestas de máscaras donde se bailaba el rigodón. Cuentan que, a la puerta de un teatro, un caballero arrojó al suelo su capa para que Reposo no se mojase los pies con los charcos. Ella era bella (lo sigue siendo). Él, celoso. Decía que un día ella “le mataría de un disgusto”. Pero lo que le ha acabado matando ha sido una peritonitis. Descanse en paz.

Sin pelos en la lengua
Los artículos de Valera, sobre todo los de índole política, se caracterizaron por ser afilados y mordaces. Su blanco favorito eran los conservadores de Dos Hermanas, a los que gustaba azuzar. También se dedicó a enaltecer las virtudes de nuestro pueblo como lugar de recreo para la burguesía sevillana. Arriba, credencial de prensa como corresponsal de Nuevo Mundo (1908). Abajo, cabecera de las facturas del almacén de aceitunas que heredó de sus padres, ricos propietarios nazarenos. La gordal y manzanilla se vendían en barril, botas o cuñetes.

Tenía un mono de mascota
Además de por ser forastera, por salir con sombrero, por vestir con una capa de estrellas plateadas, por bailar el rigodón y por tener unos apellidos tan extraños (Mensaque Gorostiaga), María del Reposo, la llamativa esposa de Manuel Valera, provocaba todo tipo de cuchicheos en Dos Hermanas por otras rarezas. Entre ellas, la de tener de mascota un mono, dentro de una jaula en el patio de su casa.

1914. Fallece Manuel Valera, el primer periodista de Dos Hermanas

{xtypo_rounded2}El arte de criticar sin señalar o cómo convertir Dos Hermanas en Villasandía
Eso que llaman el sufragio universal le dio su primer acta de concejal, y entró en el Ayuntamiento de Villasandía a tomar posesión con blusa azul y sin zapatos.

Pronto se hizo de los íntimos del cacique, pero también pescó una de las mejores tierras de propios, y pocos meses después compraba una casa para construir una cuadra.

En el lugarejo empezaron a murmurar de su ídolo; pero el tío Lechuga, que así le llamaban, siguió haciendo oros y dejó de visitar la barbería donde se reunía con sus antiguos amigos y electores.

Y pasando el tiempo, nuestro ‘héroe’ fue renegando de sus primitivos ideales y de sus ‘sagrados’ compromisos con el cacique, y de uno en otro bando, hincado de rodillas siempre ante el último que aparecía en el horizonte de la política provincial, lograba no salir jamás de la casa, de Villasandía, como la llaman los héroes de pro en su familiar lenguaje.

El tío Lechuga vistió de chaqueta y daba sus viajes a la capital de provincia. Muchos maliciosos de Villasandía dicen que el día que cogió entre sus callosas manos el acta de concejal obtuvo un premio mayor de la Lotería Nacional.

Pero la verdad del caso es que él, que apenas sabía poner su nombre con mala letra y nula ortografía, y cuya instrucción no pasaba de guardar cabras y marranos, ha desarrollado grandes aptitudes para sumar y administrar los asuntos de Villasandía.

Todo, por supuesto se llega a demostrar suficiencia, a costa de la pérdida de la vergüenza y de la honradez y de la dignidad política. Pero al ‘héroe’ ¡qué le importa!

Si alguna vez escucháis a algunos de estos héroes, os dirán…¡Que tó cuanto tienen lo deben al suó de su frente!

Manuel Valera García
(Publicado en El África de Ceuta el 29-8-1896){/xtypo_rounded2}

 

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