Podemos contra tenemos

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La esperanza es el motor de la historia. El corazón humano está hecho de tal manera que en lo más profundo es esperanza de un mundo más humano y fraterno. Sin esperanza nuestro espíritu muere. Los pecados contra la esperanza  son siempre mortales y asesinos porque hacen que nos conformemos con las injusticias que vivimos. Cuando nos conformamos con el “tenemos que…” y no abrimos nuestra mirada hacia una trascendencia más justa y luminosa, acabamos conformándonos con toda clase de opresiones y de injusticias que “tenemos que” aceptar.
Los cristianos somos profundamente realistas, y sabemos de la debilidad del espíritu de todos los hombres y mujeres, comenzando por nosotros mismos. Sabemos que el corazón humano es voluble como torrente de tormenta. Pero también sabemos que lo único que nos mueve hacia el bien es la esperanza. Cuando los sacrificios no se asumen desde el amor y la esperanza, llenan de una tristeza que paraliza o se hace violenta.
Los cristianos sabemos que será difícil conseguir que jóvenes y niños tengan un futuro más humano, pero creemos que podemos conseguirlo si en nuestra acción está presente la lúcida honradez que Cristo nos pide. Los cristianos sabemos que es difícil conseguir que la valla de Ceuta y todos los muros que los hombres levantamos sean inútiles e innecesarios, pero creemos que podemos conseguirlo si nos une la experiencia profunda de la fraternidad, que vivimos los creyentes. Sabemos que revertir el desarrollo consumista y alienante, que se nos vende como el único posible, en un verdadero desarrollo del trabajo, la paz y la gratuidad, será difícil; pero a esa vocación somos llamados por un Dios, que nos promete más de lo que nos atrevemos a desear.

(Mateo 11,25-30) La esperanza es el motor de la historia. El corazón humano está hecho de tal manera que en lo más profundo es esperanza de un mundo más humano y fraterno. Sin esperanza nuestro espíritu muere. Los pecados contra la esperanza  son siempre mortales y asesinos porque hacen que nos conformemos con las injusticias que vivimos. Cuando nos conformamos con el “tenemos que…” y no abrimos nuestra mirada hacia una trascendencia más justa y luminosa, acabamos conformándonos con toda clase de opresiones y de injusticias que “tenemos que” aceptar. 

Los cristianos somos profundamente realistas, y sabemos de la debilidad del espíritu de todos los hombres y mujeres, comenzando por nosotros mismos. Sabemos que el corazón humano es voluble como torrente de tormenta. Pero también sabemos que lo único que nos mueve hacia el bien es la esperanza. Cuando los sacrificios no se asumen desde el amor y la esperanza, llenan de una tristeza que paraliza o se hace violenta.Los cristianos sabemos que será difícil conseguir que jóvenes y niños tengan un futuro más humano, pero creemos que podemos conseguirlo si en nuestra acción está presente la lúcida honradez que Cristo nos pide.

Los cristianos sabemos que es difícil conseguir que la valla de Ceuta y todos los muros que los hombres levantamos sean inútiles e innecesarios, pero creemos que podemos conseguirlo si nos une la experiencia profunda de la fraternidad, que vivimos los creyentes. Sabemos que revertir el desarrollo consumista y alienante, que se nos vende como el único posible, en un verdadero desarrollo del trabajo, la paz y la gratuidad, será difícil; pero a esa vocación somos llamados por un Dios, que nos promete más de lo que nos atrevemos a desear.

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