Manifiesto contra la violencia de género

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Empecé a escribir notas hace algún tiempo, sobre todo recogiendo cifras, números, estadísticas, indicadores de género que vienen muy bien para evaluar y modificar planes de actuación.

Después pensé en muchas mujeres cercanas y aunque todo esto es necesario considerarlo para avanzar en la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, coloqué sus caras en mi imaginario, sus historias en mi corazón y sus palabras en este texto.

María, Marta, Yolanda, Lucía, Mercedes, Esperanza, Pepa, Sandra, Aurora, Magdalena, Selena, Cristina, Pura, Rosa, Lola, Remedios, Chary, Encarna, Isabel… y muchas mujeres más. Hoy estáis más presentes, vuestras historias compartidas os hacen más visibles que nunca y siempre con la esperanza que mañana podáis ser más libres.

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– Me llamo María no sé casi ni leer, ni escribir, me casé con mi marido muy enamorada, es un hombre muy listo.
Mi vida transcurre de casa al colegio y del colegio a la panadería y después otra vez a casa. Ya no voy al mercado, la compra la hace mi marido, dice que no controlo, que gasto demasiado.

Tengo cuatro hijos que son mi alegría, criaturas que tienen necesidades básicas comen, crecen, saltan en el parque, van al cole, a la biblioteca y callan, callan y se acurrucan cuando entra su padre por la puerta..

No sé, si esa respuesta es porque sienten mi miedo o simplemente, no les gustan las voces, los porrazos, los insultos, o el olor a alcohol cuando se acerca a darles un beso de ¡buenas noches!

Me parece importante que lo haga cuando no viene muy tarde, pero no me gusta cuando les despierta, si protestan, la toma conmigo dice que les pongo en contra suya y que cualquier día se los lleva y no les veré más. ¿Y si me marcho con ellos yo? ¿dónde? Eso no debería ni pensarlo.

¿Cuántas mujeres viven con miedo la llegada a casa de su pareja? ¿Cuántas criaturas borrarían ese momento del día? ¿Las casas de acogidas, son el capricho de una tendencia política o un logro social?

– Soy Marta, licenciada, con puesto fijo en la administración. Tengo dos niñas de 15 y 19 años y no puedo soportar más mi tortura permanente y sistemática. Me castiga con los calificativos más sutiles.

Me somete a las vejaciones que le da la gana, no puedo hacerme la dormida, ni esperar a que se duerma, su violencia es silenciosa me espera, siempre me espera y me golpea, es lo que merezco por haber sonreído, insinuado o mirado y ya no sé si es verdad, si lleva razón.

Siempre critica mis actuaciones y las pocas decisiones que me atrevo a tomar, he dejado de defenderme. No tengo fuerzas, no puedo más, quiero salir de aquí, pero ¿cómo?

Es tan sutil, el padre perfecto la pareja ideal, el mejor hijo, el yerno más atento, el amigo entregado, pero a solas en la habitación los golpes solo cesan cuando caigo destrozada. Necesita relajarse antes de dormir y lo hace conmigo.
Ante mis hijas soy una tontorrona, una mujer torpe, lenta, no estoy en lo que estoy, me está fallando la memoria y él es un pobre hombre que soporta a una mujer zombi solo por ellas.

¿Cuántas mujeres son anuladas, burladas, confundidas, utilizadas, golpeadas, obligadas a hacer lo que no quieren o no desean? ¿Esto es solo cosa de mujeres aburridas que no tienen otra cosa que hacer?

– Tengo 17 años, me llamo Yolanda y estudio 2ª de bachillerato, hasta hace muy poco tenía muchas amigas, ahora tengo un novio.

Desde que salgo con Sergi, él es el centro de mi vida, sin él no soy nada. Lo quiero y me quiere mucho, ¡pero es un chico muy especial.

Es celoso ¡eso es que me quiere de verdad! aunque, a veces se pasa, no quiere que me pinte, que me ponga cierta ropa para que no provoque a los demás chicos y sobre todo lo que llevo peor es que no le gusten mis amistades.
Estoy un poco triste, a mis amigas no les cae bien mi chico y él no soporta que me junte con ellas. Si le dejo me quedaré sola.

Esta mañana hemos tenido bronca, me rompió el móvil cuando vio los WhatsApps de felicitación de mis amigas y amigos., se enfadó muchísimo y me empujó. He faltado al Instituto, tenía el examen de química pero era más importante hacer las paces. Me ha regalado un anillo precioso.

¿Por qué se confunde el sentimiento amoroso?¿Por qué los celos, la dependencia emocional, el control, la posesión son considerados como imprescindibles dentro de algunas parejas? La juventud es nuestro futuro, no podemos permitir que nos alteren y reduzcan su educación, nos secuestrarían la esperanza de una sociedad más justa e igualitaria.

– No, no soy una doña nadie, ni una mendiga voluntaria soy Pura tengo 61 año desde hace dos años vivo en la calle, de albergue en albergue en el mejor de los casos, si tengo suerte.

De repente mi vida dio algunos giros, mi marido se marcho ¡no me soportaba! en realidad tenía otra alternativa. Me quede con mi hija un par de años muy tranquila, estaba cansada de vivir con su indiferencia y sus eternos silencios, éramos una pareja silenciosa y triste.

Mi hija se llama Belén la crié con mucho cariño, esfuerzo, dedicación y trabajo. Vive en Inglaterra tiene allí su familia es muy guapa y es féliz.

Después de 25 años de trabajo, mi empresa entra en regulación de empleo y me veo en la calle, todo lo demás es predecible y sencillo, deudas, una hipoteca a punto de terminar, intereses, depresión, desahucio y ¡aquí estoy!. No, mi hija no puede verme así, no sería justo para ella, no sería fácil para nadie.

Le escribo todas las semanas, quiere venir a verme pero ¿A dónde?.Quizás en este nuevo año mi vida vuelva a cambiar, encuentre un trabajo, pueda alquilar algo y ver a mi hija.

En medio de una crisis económica, como la actual, las reducciones salariales, los despidos siempre afectan con mayor incidencia a los puestos más sensibles. Las mujeres están peor pagadas, menos consideradas, son más vulnerables en sus economías ¿cuántas familias y sobre todo cuántas mujeres con cargas familiares están siendo desahuciadas? ¿Qué está pasando con los impagos de las pensiones alimenticias?

Estamos hablando de la feminización de la pobreza a marchas forzadas.

Violencia machista ejercida contra las mujeres es el asesinato, el maltrato físico, el insulto, la aniquilación de la autoestima, el aislamiento social, la falta de respeto, la sumisión, el mantenimiento de los roles tradicionales y uso del lenguaje sexistas, pero también y más que nunca la pobreza.

Entiendo que esto que no deseamos, tiene también una responsabilidad social. La ciudadanía no puede permanecer impasible. Los recortes económicos no pueden centrarse en aspectos sociales y educativos tan necesarios en estos momentos, más que nunca no podemos dejar cargada la mochila a las personas más desfavorecidas.

En el nombre de estas mujeres, en la de sus hijos e hijas, y en el nombre de la Asociación de Mujeres Grupo de Teatro Piruetas la cual represento, expresamos nuestra más enérgica protesta, ante todos estos recortes que supongan una pérdida de esperanza en nuestro presente y en nuestro futuro.
Esta sociedad no se merece ni un paso atrás.

 

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