Lo mataron a patadas.
Se ensañaron de bajeza
anegando de tristeza
al devenir de su suerte;
al ocaso de sus días
tiñendo la romería
con el color de su muerte.
Lo mataron a patadas.
Triste canto a la maldad
envuelta en brutalidad
tan despreciable y humana,
que seca al entendimiento
qué impregnaba el pensamiento
del que segó su mañana.
Lo mataron a patadas.
Un ser joven ya es historia.
Un proyecto es hoy memoria
de su pasado y camino,
anclándose en su familia
la añoranza en su vigilia
hoy estéril de destino.
Y si a patadas mataron
será que así malnacieron;
será que así comprendieron
la justicia y la moral:
por eso en este fangal
de vidas desperdiciadas
hoy me temo ver en nada
tanto elogio a la miseria,
tanto buenismo indecente
que a tanto muerto inocente
da la razón…bajo tierra.