La cofradía volvió a llenar las calles de la ciudad en un soleado Sábado Santo
Si hay una jornada en la que la sobriedad y el clasicismo van de la mano para presentar la muerte de Cristo a Dos Hermanas esa es la del Sábado Santo. La Hermandad de Santo Entierro volvió a poner, un año más, su sello a un cierre de Semana Santa que en esta ocasión no sería así, ya que, por avatares de la meteorología, aún quedaba una cofradía por recorrer las calles de la ciudad en la tarde del Domingo de Resurrección.
La cofradía del Santo Entierro puso su Cruz de Guía en la plaza de La Constitución arropada en esta ocasión por los sones del órgano de la parroquia que interpretó, durante su salida, piezas musicales del Requiem de Mozart o marchas como Virgen del Valle.
Ya en la calle, el recogimiento acompañó el procesionar de una cofradía no exenta de detalles curiosos, como el escudo de la hermandad pintado a mano en el cántaro de los aguaores, obra del pintor nazareno Marcos A. Moreno Acosta, o la saeta que Manuel Lombo, nazareno de Santo Entierro, cantó a la Virgen de la Soledad ya en el interior de la parroquia, para deleite de unos pocos.