Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Ya suenan los reclamos interiores
con lemas que contrastan los sabores
por tanta comilona sin medida.
Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Con nuevas decepciones agoreras
de viejas sin razones en patera,
preñadas de ilusiones y de huída.
Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Repleto de los dimes y diretes
que marcan al político-membrete
y arrancan su simpleza sumergida.
Ya viene el año nuevo: nueva vida.
Me temo que olvidando en poco tiempo
la buena voluntad que en el Adviento
se disfraza en hipócritas misivas.
En este dos mil diez, yo te deseo:
mejoras sin impuestos ni recortes;
poca crisis, menos fútbol, más deporte;
titulados sin maleta ni equipaje;
menos lemas emponzoñando el paisaje;
los listos y ladrones, convertidos;
los tristes botellones, extinguidos;
conservar hasta el último soldado;
agrupar pensamientos diferentes,
enmendar cada errata humildemente
y evitar —como no— al iluminado…