DISTRITO 9
Apadrinado por Peter Jackson (que, desde que rodó la trilogía de El Señor de los Anillos, es prácticamente todopoderoso en el mundillo de la industria), el joven sudafricano Neill Blomkamp, curtido en el cortometraje, los videos musicales, la publicidad y en tareas de director artístico de efectos visuales, debuta en el largometraje con esta cinta que está destinada a convertirse, con el paso de los años, en un clásico de la ciencia ficción.
Estados Unidos-Nueva Zelanda, 2009. (112’)
Título original: District 9.
Dirección: Neill Blomkamp.
Producción: Peter Jackson.
Guión: Neill Blomkamp y Terri Tatchell.
Fotografía: Trent Opaloch.
Música: Clinton Shorter.
Montaje: Julian Clarkeh.
Intérpretes: Sharlto Copley (Wikus van de Merwe), Jason Cope (Christopher Johnson), David James (Koobus), Natalie Boltt (Sarah Livingstone), Sylvaine Strike (Dra. Katrina Mackenzie), John Summer (Les Feldman), William Allen Young (Dirk Michaels), Nick Blake (Francois Moraneu), Jed Brophy (James Hope), Louis Minnaar (Piet Smit), Vanessa Haywood (Tania van de Merwe), Mandla Gaduka (Fundiswa Mhlanga), Hlengiwe Madlala (Sangoma).
Hace veinte años una nave alienígena llegaba a la Tierra y se situaba sobre la ciudad de Johannesburgo, en Sudáfrica. Las autoridades del planeta esperaban un ataque hostil o un avance en la tecnología gracias a la ayuda de los visitantes. Pero no ocurrió nada. Los alienígenas eran refugiados que pedían ayuda. Mientras los líderes del mundo llegaban a un acuerdo, las criaturas (a las que los ciudadanos llamaban ‘bichos’) fueron confinadas en el Distrito 9 de la capital sudafricana. Ahora, con los bichos viviendo en condiciones pésimas, en un gueto en el que ha proliferado el tráfico de drogas, armas y alimentos alrededor de ellos, el gobierno ha delegado el control a una agencia privada, a la que no le interesa el bienestar de los alienígenas sino el dinero que pueda sacar, entre otras cosas, con las armas de los visitantes (si consiguen hacer que funcionen, ya que sólo lo hacen con el ADN extraterrestre), y decide trasladar el asentamiento a doscientos kilómetros de la ciudad. El oficinista Wikus van de Merwe es el elegido para entregar a los bichos las certificaciones de desalojo. Todo marcha medianamente bien, hasta que Wikus contrae un extraño virus que empieza a transformar su ADN. De la noche a la mañana, se ve perseguido, acosado, ya que es pieza clave para desentrañar la tecnología alienígena. Marginado y sin amigos, sólo le queda un sitio en el que poder ocultarse: el Distrito 9.
El gran acierto de la película (que, a la vez, puede provocar cierto rechazo en el sector más joven de los espectadores, ávidos de acción pura y dura) es su tratamiento, y es que Blomkamp presenta la cinta (y mantiene el tono durante casi media cinta, para después dejarlo de lado y recuperarlo de nuevo al final) como si de un documental se tratase, con entrevistas a los personajes que protagonizaron los hechos, que cuentan su visión de los hechos, de lo que ocurrió o pudo haber ocurrido desde la llegada de los extraterrestres.
Y por supuesto, por el tema que subyace debajo de esta historia de alienígenas (una metáfora política que es más que evidente): el hacinamiento al que se ven sometidos, las condiciones de vida miserables y por supuesto, el racismo. No es casualidad que la historia se desarrolle en Johannesburgo, donde el apartheid está muy presente aún.
Distrito 9 es una muy buena cinta, en la que se detecta un gran futuro para su novato realizador, poseedor de un sentido del espectáculo y un manejo del ritmo narrativo poco comunes en un debutante.