GOOD
El nazismo y sus consecuencias ha sido un tema que el cine ha tratado con profusión a este y al otro lado del Atlántico. Son muy numerosas las cintas que han tratado el asunto, la mayoría de ellas narrando la historia en el apogeo del exterminio judío, y las menos, como ésta, se centran en los inicios, en cómo empezó todo. Good cuenta la historia de un apocado profesor universitario cuya vida cambia radicalmente con la llegada del nacionalsocialismo al poder.
Reino Unido-Alemania, 2008. (96’)
Título original: Good.
Director: Vicente Amorim.
Producción: Sarah Boote, Billy Dietrich, Kevin Loader, Miriram Segal, Dan Lupovitz.
Guión: John Wrathall, basado en la obra de C.P. Taylor.
Fotografía: Andrew Dunn.
Música: Simon Lacey.
Montaje: John Wilson.
Intérpretes: Viggo Mortensen (John Halder), Jasón Isaacs (Maurice), Jodie Whittaker (Anne), Steven Mackintosh (Freddie), Mark Strong (Bouhler), Gemma Jones (Madre), Anastasia Hille (Helen), Ruth Gemmeil (Elizabeth).
John Halder enseña literatura en la universidad. Es un hombre honrado y bueno, casado, con dos hijos, pero con problemas personales. Halder publica una pequeña novela que, sin pretenderlo, es utilizada por varios líderes del nacionalsocialismo que acaba de llegar al poder, para apoyar su propaganda gubernamental. Ello hará posible el despegue de su carrera de escritor. Ese cambio de suerte en su vida le harán tomar decisiones, aparentemente sin importancia, pero que cada vez son más comprometedoras, y las consecuencias que acarrearán para las personas que le rodean serán cada vez más devastadoras.
La película puede pecar, en determinados momentos, de un ritmo que se antoja excesivamente pausado, pero es ciertamente intensa en sus diálogos, también con claroscuros, como las imágenes, en lo que se dice y en lo que no se dice, en los silencios incómodos.
En el reparto, habría que destacar la tripleta protagonista, Jodie Whittaker (a la que ya vimos hace un par de años en Venus, cinta que ganó en el Festival de Sevilla), un gran Jason Isaacs, que interpreta al amigo judío del protagonista, y sobre todo a Viggo Mortensen, soberbio en su papel de hombre tímido, en una encrucijada, forzado por la situación y el miedo a claudicar, a dejarse embaucar por los cantos de sirena que le presentan un futuro mejor, a caer seducido por el entorno, y le llevan a afiliarse, a uniformarse, a tomar decisiones casi imposibles, y elegir entre la amistad y la supervivencia. Su corazón le pide una cosa, pero su cabeza le dicta otra distinta.
Good es una de esas películas que llegan en silencio, como de tapadillo, pero que merece ser vista, que te pega un pellizco en el estómago, y que va subiendo en intensidad, pausadamente, poco a poco, hasta llegar a la secuencia final, cuando la realidad se haga tristemente patente, con sus cristales rotos, las deportaciones y los campos de concentración.