Clase magistral de baile

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    pepa montesBailaora sorprende al público con un clásico espectáculo flamenco

    Se levanta el telón y en escena aparece el escenario de cualquier tablao flamenco, un piano de cola, varias sillas para los músicos y en el fondo, presidiendo el cuadro, tres grandes lienzos con la imagen del cantaor, el guitarrista y la bailaora; los tres puntos cardinales sobre el que se sustentó el espectáculo Bailaora, de Pepa Montes.
     

    Un grupo de amigos, los cantaores Vicente Gelo y Sebastián Cruz, los guitarristas Paco Vargas y Ricardo Miño, así como los bailaores Abel Arena y Jesús Ortega se encuentran y comienzan a montar la tangana. Primeros acordes flamencos que se traducen en un duelo de baile, en el que tuvo que mediar la propia protagonista de la noche, Pepa Montes. “Vamos a tranquilizarnos un poquito y a pasear la música, levantar los brazos…” Y entonces se hizo la magia, que no abandonaría el escenario durante toda la noche, incluso cuando la bailaora, que se ausentó en más de una ocasión, no estaba sobre sus tablas.
    Y es que no hay nada mejor que rodearse de grandes artistas para sustentar firmemente un buen espectáculo, y los de Bailaora demostraron con crece que lo suyo es el flamenco y del bueno, con momentos estelares para el recuerdo, tanto al cante, a la guitarra, al baile y,como no, al piano, donde Pedro Ricardo Miño, hijo de la artista, puso los vellos de punta a más de uno con sus interpretaciones flamencas. No en vano, como le gritaron desde el público un apasionado espectador, Miño es “el que mejor toca el piano flamenco del mundo”. Argumentos no le faltaban.

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    pepa montesClasicismo
    Por su parte, Pepa Montes es una de esas artistas de la escuela clásica sevillana, de las que no necesitan demasiadas tracas para demostrar lo que mejor sabe hacer: bailar y expresar con la música. Y Montes transmitió con sus elegantes movimientos de brazos y manos, con sus acompasados y desgarrados taconeos, con una cara que fue el espejo de su alma, muy flamenca, y con un movimiento de mantón y bata de cola que ya quisieran muchas folclóricas.

    El resultado fue  un maravilloso cuadro impresionista, como el que le pintó en escena a la bailaora el cantaor Felix Machuca, en el que la música, el cante y el baile se conjugaron a la perfección, al milímetro, en una variada acuarela de sonidos flamencos, en el que nadie estaba allí de más. Todos estaban muy agustos, hasta el público, “de corazón”, como confesó Ricardo Miño, y se notó, regalando a los asistentes una fiesta flamenca final en la que bailó hasta el pianista, el niño de la casa, al que le costó arrancar, pero que demostró que esto del flamenco lo lleva en las venas, con sangre del tipo Miño-Montes.

    4 cambios de vestuario
    Para el estreno de Bailaora en Dos Hermanas, Pepa Montes lució hasta cuatro modelos. Una sencilla falda rociera en dos piezas, de color negro, una flamenca bata de cola negra con lunares blancos y complementos rojos, una bata de cola en tonos rosas y  traje flamenco con vistosos lunares de colores. Destacaron sus originales zapatos negros y rojos.

     

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