Y saliste del océano desnudo de las almas
De lo hondo de las estrellas de los nombres
De lo profundo de un géiser enmudecido
Para nacer califa de las costas invernales
con el bostezo de la lluvia como almohada.
Fuiste dique
roto por el salitre de tu cuerpo desatado,
aún lejano,
del eco inventado de tu nombre.
Afuera es invierno, Omar.
Te envuelven los brazos
helados de la ría
como alfombras de letras inventadas
como susurros que brotan en plegarias.