Exige a las instituciones religiosas que, de colocar algún azulejo alusivo, pongan a su lado el número de personas quemadas por la Inquisición o en nombre de Dios
El Ayuntamiento republicano que preside Antonio Muñoz Benítez le tiene declarada la guerra a la Iglesia. Si hace poco tiempo decidía en pleno cobrar un impuesto cada vez que se tocaran las campanas de Santa María Magdalena, en la sesión de ayer, día 15 de noviembre, se decidió prohibir la colocación en la vía pública de todo tipo de cruces y adminículos religiosos, así como azulejos alusivos a santos o vírgenes.
En caso de hacerse, se exige que sobre ellos se coloque “una cifra correspondiente al número de ciudadanos que murieron quemados por la Inquisición y el número de los que sufrieron en calabozos de esa Santa Inquisición Católica que mataba en nombre de Dios.” Aunque esta medida no ha sentado nada bien en el sector conservador nazareno, se llevó los aplausos de los asistentes a la sesión. El párroco, Manuel García Martín, ya ha anunciado un pleito contra la corporación municipal por lo que considera un atropello y un abuso de poder.
Cuatro meses calientes
Esta no es sino otra de las polémicas decisiones antirreligiosas adoptadas por los republicanos desde su llegada a la alcadía en abril. Las más sonadas fueron el cierre de los casinos primorriveristas o el intento de sustituir los nombres de las calles Nuestra Señora de Valme y Santa María Magdalena por los de José Nakens y Fermín Salvoechea.