EL ORFANATO
El debut en la dirección de largometrajes de Juan Antonio Bayona se estrenó en el prestigioso Festival de Cannes. Allí, la prensa le tributó un aplauso de más de diez minutos. Después de eso, ha pasado también por el Festival de Toronto y recientemente inauguró el Festival de Sitges. Entre medias, la Academia de nuestro cine la designó como candidata española a competir por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Y todo ello, antes de que se estrenara.
España, 2007. (100')
Director: Juan Antonio Bayona.
Producción: Mar Targarona, Joaquín Padró y Álvaro Augustín.
Guión: Sergio G. Sánchez.
Fotografía: Óscar Faura.
Música: Fernando Velázquez.
Montaje: Elena Ruiz.
Intérpretes: Belén Rueda (Laura), Fernando Cayo (Carlos), Roger Príncep (Simón), Geraldine Chaplin (Aurora), Mabel Ribera (Pilar), Montserrat Carulla (Benigna), Andrés Gertrudix (Andrés), Edgar Vivar (Balaban). Alejandro
Campos (Víctor).
Son inevitables las referencias a El laberinto del Fauno (Guillermo del Toro está en la producción ejecutiva, y el tono fantástico está latente durante gran parte de la cinta), pero también son evidentes (y declaradas) las influencias de otras muchas obras (Los otros, Peter Pan o Poltergeist entre ellas). Y, por supuesto, de algún u otro modo, a todas las películas con caserones y fantasmas.
Laura vuelve, 30 años después, al orfanato en el que creció, y donde pasó unos años que recuerda con cariño, junto a su marido Carlos y a Simón, su hijo de siete años. Su intención es convertir la vieja casa en un hogar para niños discapacitados. Poco después de su llegada, el pequeño empieza a contar historias sobre unos niños a los que sólo él puede ver, y que inquietan a su madre, aunque cree que la situación se calmará con la presencia del resto de menores. Pero un día, Simón desaparece sin dejar rastro.
El orfanato es una mezcla de cine de terror y drama. De hecho puede tomarse como una efectiva y efectista cinta de fantasmas, con casa encantada de por medio, de esas que nos llegan de Hollywood a menudo y que suelen hacer muy buena taquilla (es la muestra más palpable de que aquí también puede hacerse cine comercial de calidad, capaz de seducir a medio planeta, y triunfar allá donde vaya; es decir, que cuando se copia un género con las ‘reglas’ de otra cinematografía hay que saber hacerlo, y hacerlo bien).
Pero también puede verse como un drama sobre el descenso a los infiernos (hay un plano, casi al final, que es claramente significativo al respecto) de una madre que pierde a su hijo, y su desesperada lucha por encontrarlo, cuando todos los demás ya lo dan por perdido, pese a que no se haya encontrado el más mínimo rastro del mismo.
En este último aspecto, es inevitable resaltar la portentosa interpretación de Belén Rueda, cuyo demacramiento físico se acentúa a medida que el metraje avanza, víctima del sufrimiento al que se ve sometida (y que incluso ya suena para el Oscar).
Al debut de Bayona sólo cabría ponerle una pega: no es una cinta demasiado original. Tanto el argumento, como el tratamiento como la elección de planos recuerdan a otras cintas ya vistas, a otras numerosas películas (como las nombradas anteriormente).
Ello no quita que El orfanato sea una cinta deslumbrante, con unas imágenes poderosas y poéticas, que enamora casi desde el primer momento, una cinta mágica.