Una mujer invisible
En la tercera colaboración del director y productor Gerardo Herrero con la novelista-guionista Belén Gopegui, utiliza como punto de partida para su historia la carta de una mujer, que superaba los cuarenta, leída en un revista femenina y el comentario de una amiga en una cena. Con estos mimbres ha creado una historia de mujeres, una más en su trayectoria filmográfica, que buscan su lugar en el mundo, confirmarse, y reafirmarse. Y lo hace, pese a lo que pudiera parecer, en el género de la comedia, que nunca se le ha dado bien del todo.
España, 2007. Duración: 105’.
Director: Gerardo Herrero.
Producción: Gerardo Herrero, Mariela Besuievsky.
Guión: Belén Gopegui.
Fotografía: Alfredo Mayo.
Música: Lucio Godoy.
Montaje: Berta Frías.
Intérpretes: Maria Bouzas (Luisa), Adolfo Fernandez (Jorge), Nuria Gago (Marina), Tamar Novas (Javier), Maria Salgueiro (Teresa), Carlos Blanco (Jaime), Ricardo Birmaun (Entrenador), Pepo Suevos (Marcos), Sonia Mendez (Clara), Cuca Escribano (Actriz).
Luisa tiene cuarenta y cuatro años y no está precisamente en el mejor momento de su vida. Acaba de quedarse sola, abandonada por su marido, que se ha ido con una chica más joven, y con su hija estudiando fuera de casa. Además empieza a darse cuenta de que se está haciendo ‘invisible’ para la sociedad. Los hombres ni la miran, no es que la ignoren, es que ni se percatan de su presencia. Y ella no acaba de asimilarlo. Para poner freno a la situación se decide a seducir a un compañero de su misma edad de la empresa de telefonía móvil en la que trabaja como supervisora de telemárketing, que es un machista redomado, que lleva años sin ‘verla’ y que mantiene una relación con Marina, una joven que trabaja como operadora en la misma empresa, y que (por ironías del destino) se siente invisible ante su jefa, que ni siquiera sabe que existe y que, para terminar de redondear la historia, no es otra que Luisa. Para llevar a cabo su plan pedirá la ayuda y consejo de su profesor de ping-pong y de una actriz que representa en un teatro de la ciudad Las amistades peligrosas.
La película se ve lastrada por un comienzo aburrido y poco creíble. Pero poco a poco va tomando interés, aunque en ningún momento termina por entrar del todo en una verosimilitud que haga que el resultado sea apetecible. Los toques de humor no están bien resueltos en la mayoría de ocasiones, y el resultado global es más bien flojo.
Las dos actrices son lo mejor de la función. Tanto María Bouzas, que va ganando poco a poco a medida que avanza la historia, como la joven Nuria Gago dan vida a personajes con fuerza como para sustentarse sin una historia fuerte. Juntas tienen la escena de más fuerza y realismo de toda la cinta, cuando conversan en un bar sobre el hombre que una ama y la otra no.
Lo que no se le puede reprochar a Herrero es que muestra como nadie las miserias de la realidad social de nuestro país. En esta ocasión, centrándose en esos trabajos, cercanos a la explotación, con los que muchos jóvenes (en su mayoría mujeres), malviven con un sueldo deleznable.