Más leyenda que historia

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Basada en la novela gráfica de Frank Miller (del que no hace mucho se estrenó otra de sus obras míticas, Sin City), e inspirada a su vez en la mítica batalla de las Termópilas, ocurrida en el siglo V antes de Cristo, 300 es una película que no ha dejado indiferente a nadie. Sus fans son numerosos, pero parece que son sus detractores (que no son pocos) los que hacen más ruido.

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Estados Unidos, 2006.
Título original: 300.
Director: Zack Snyder.
Producción: Gianni Nunnari, Mark Canton, Bernie Goldmann, Jeffrey Silver.
Guión: Zack Snyder, Michael B. Gordon y Kurt Johnstad, basado en la novela gráfica de Frank Miller y Lynn Varley.
Fotografía: Larry Fong.
Música: Tyler Bates.
Montaje: William Hoy.
Duración:  117 minutos.
Intérpretes: Gerard Butler (Leonidas), Lena Headey (Gorgo), David Wenham (Dilios), Dominic West (Theron), Vincent Regan (Capitán), Michael Fassbender (Stelios), Tom Wisdom (Astinos), Andrew Pleavin (Daxos), Andrew Tiernan (Ephialtes), Rodrigo Santoro (Jerjes), Giovani Cimmino (Pleistarchos), Kelly Craig (Oráculo).

La técnica utilizada para crear esta cinta ha sido la misma que ya se usara para la ya mencionada Sin City o para Sky Captain. Es decir, rodar prácticamente todo ante una pantalla de croma, e incrustar después todos los decorados, gracias a la magia de los potentes programas informáticos que hoy día lo hacen posible.

En el 480 antes de Cristo, el imperio persa de Jerjes, autoconsiderado un Dios, exige a la confederación griega que se rinda a sus pies. Atenas y otras ciudades estado discuten qué postura tomar, pero el rey de Esparta, Leonidas, decide negarse y enfrentarse con sólo trescientos de sus hombres a las temibles y numerosísimas legiones persas (formadas por cerca de cien mil hombres). Es una decisión suicida, pero Leonidas tiene a su favor que sus soldados son eso, soldados, adiestrados desde su nacimiento para la lucha, mientras que sus rivales son en su mayoría esclavos obligados a luchar. Pero la diferencia en el número de hombres es abismal.

300 tiene una más que evidente carencia de hilo argumental fuerte. Si en la anterior adaptación de la obra de Miller eran varios los argumentos y los personajes que tenían algo interesante que contar, y en cuyas vidas indagábamos para completar un retrato colectivo con una tensión in crescendo, varios giros de guión y grandes dósis de talento, aquí únicamente hay una historia, alargada demasiado, con sólo un par (no más) de tramas paralelas pero que complementan a la primera. Multitud de músculos, exaltación de la testosterona (quizás para compensar los dos únicos personajes femeninos también tienen escenas de desnudos), recreación de la violencia extrema y de cierta actitud homófoba (la actitud hacia los persas y los comentarios que se les dirigen no dejan lugar a la duda), da la sensación de que la película es más una suma de escenas, una agregación de momentos, que un todo unitario que busque un fin.

Quien vaya buscando una clase de historia, que se vaya olvidando. 300, la película, es más una leyenda, con todo lo que ello conlleva de exageración en la acción de lo que realmente ocurrió, sucesos hiperbólicos para agrandar el mito y fantasía, mucha fantasía. Y ello, en sí, no es malo. Lo malo es que el director se embarca en la fantasía, en la hipérbole, en la exageración y se olvida de lo que realmente debería hacer: contar una historia que enganche al público que ha pagado su entrada.

 

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