El abismo tras la cumbre

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cineEl abismo tras la cumbre

Tras el enorme éxito logrado con sus cortometrajes (15 minutos y el divertidísimo Yul) el gallego Rodrigo Cortés debuta en el largometraje siguiendo el estilo dinámico,  ágil y rápido que ya utilizó en ellos, y que le valieron numerosos premios.

Más cine en: www.jahidalgo-cineando.blogspot.com  

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España, 2006.
Escrita y dirigida por: Rodrigo Cortés.
Producción: Ignacio Salazar-Simpson, Douglas Stuart Wilson, Julio Fernández, Luis Collar, Pancho Casal.
Fotografía: David Azcano.
Música: Víctor Reyes.
Montaje: Rodrigo Cortés.
Duración:  92 minutos.
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia (Martín Circo Martín), Chete Lera (Edmundo Figueroa), Myriam Gallego (Laura), Fernando Cayo (Eloy), Myriam de Maeztu (Santillana), Luis Zahera (Pizarro).

Para ello cuenta con la presencia de Leonardo Sbaraglia, gran actor que tiene la pega, en este caso, de estar ligeramente pasado de rosca hacia la parte final de la cinta, donde traspasa su desesperación al espectador, con Chete Lera y la televisiva Myriam Gallego.

Martín Circo, joven argentino que trabaja como profesor asociado de Historia de la Economía, se acaba de convertir en el ganador del mayor premio jamás concedido en la historia de la televisión del país: más de 3 millones de euros en premios de todo tipo (una casa enorme, tres coches, una avioneta, una pequeña lancha, electrodomésticos de todo tipo…). Él y Laura, su novia, se encuentran con que su sueño acaba de hacerse realidad. Pero pronto él descubre que el sueño se convierte en pesadilla, y que ser millonario es caro, que no tiene el dinero suficiente para pagar los seguros y permisos para los premios. Por su parte, Hacienda le reclama la mitad de las ganancias que supuestamente acaba de conseguir, algo más de 280 millones de las antiguas pesetas. Martín se ve envuelto en una trampa sin salida, intentando vender los premios que ganó, por los que nadie le da lo que realmente valen. La única posibilidad de escapar la encuentra en Edmundo Figueroa, un viejo extravagante y disidente.

La historia, contada por el protagonista muerto (algo que descubrimos a los dos minutos de metraje, no desvelo nada del final), al estilo de la clásica El crepúsculo de los Dioses, o la más moderna American Beauty, puede adolecer de un argumento algo peregrino, aunque disfrace lo que cuenta de crítica feroz al sistema, sobre todo a través de esa especie de fábula cruel que nos cuenta Chete Lera sobre el origen de la Banca. Pero el espectador no puede olvidarse de que está ante la historia de un tipo que gana un concurso y después descubre (algo inaúdito que no supiera previamente) que tiene que pagar gran parte a Hacienda. Ni más ni menos.

El ritmo es vertiginoso, ayudado por un voz en off, la del protagonista, que nos guía hacia su caída a la sima más profunda después de haber alcanzado por un breve espacio de tiempo la cima más absoluta, y de un montaje del mismo Cortés, rápido, ágil. Y el modo en que Cortés consigue mantener la atención (que no la tensión) del público es admirable, dado el material que está tratando.
Como curiosidad, la película se ha apoyado también, desde hace meses, en un blog escrito por el “verdadero” Martín Circo Martín, que pone en duda su muerte, que critíca duramente al director y al intérprete de la cinta por apropiarse de su vida, y que, en definitiva es un compendio de delirantes divagaciones, pensamientos, dudas y observaciones sobre los más variados temas que pueden ayudar a entender algo más al personaje protagonista tras sufrir lo que le sucedió y convertirse en el ser que ahora es.

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