Los alumnos y alumnas del Instituto El Arenal no queremos dar clase en aulas prefabricadas, también llamadas caracolas. Y no porque sean aulas prefabricadas, no; no queremos dar clase en estas instalaciones porque consideramos que no reúnen, en ningún caso, las condiciones que mínimamente se requieren para poder prestar atención al profesor o profesora en cuestión. En primer lugar, los materiales de los que están hechas las paredes no aíslan los sonidos de una a otra clase, lo que permite que escuchemos a nuestro profesor y al del aula contigua, sin llegar a enterarnos, obviamente, de lo que dice ninguno de los dos.
Por otra parte, las aulas carecen casi por completo de calefacción, lo que supone un importante contratiempo en las frías mañanas de invierno. Si a eso añadimos que los servicios no funcionan y que los aparatos de aire acondicionado tienen pinta de estar allí de adorno, el panorama no puede ser menos halagüeño.
Llevo cuatro años en este centro y en los tres anteriores hemos escuchado rumores de que se iban a realizar reformas en verano y nunca se llevaron a cabo, y ahora parece que las obras no pueden esperar y a los alumnos se nos mandan a las caracolas.
Qué casualidad, en año de elecciones…
