Tarde de Reyes, de ilusiones, niños, regalos, sonrisas, impresiones… y reflexión.
Es muy difícil dibujar con palabras la cara de María cuando Melchor la besó, Gaspar la acarició y como guinda final Baltasar la piropeó atendiendo a esa carita tan bonita que rebozaba ilusión, blancura, fantasía, amor y vida.
Aquellos minutos fueron la tarde de Reyes, aquella cara fue la infancia en esencia, aquella sonrisa temblona fue nuestra alegría y nuestro balance de este año que ya pasó.
El niño en su pureza y el adulto hecho niño se fusionaban, pero,… ¡ante un rey sin barba y sin corona¡. Por favor, Melchor, no lo hagas más así, no rompas el misterio, sigue coronándote de magia ante el pueblo como se merece, por favor. Trabajar para los demás es servir, no más.
Seguro que esta estrella de ilusión se mantendrá todo el año. Yo me atreví a pedirles amor, justicia para los más desprotegidos, ambiciones para todos y… lo más importante, que el año próximo podamos todos volver a ver la sonrisa de María.