¿Quién vigila la seguridad laboral?

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María Luisa Ferrer de Couto Romero Esto  preguntaba la señora Encarna García Muñoz en su carta de La Semana del 1 al 7 de marzo.
Leí la carta en la que dice tantas verdades referentes a que en Dos Hermanas acabarán con todo lo hermoso que teníamos y sin escrúpulo de ninguna clase.
Hoy pregunto ¿Y quién vigila la seguridad familiar? Después de largas semanas en la cama padeciendo fuertes dolores producidos por una hernia discal, aún me quedan fuerzas para seguir sufriendo con la obra que tengo en la cabecera de mi cama. Ahora le toca al lado derecho de mi casa que dura ya varios meses. Hace unos años, mi familia y yo padecimos las obras del lado izquierdo.
Sufrimos entonces el derribo y la pérdida casi del muro medianero, de 55 centímetros, y todo cuanto conlleva de ruidos y demás, durante casi un año. Y ahora se vuelve a repetir.
Martillazos infernales para despegar una casa de la otra. Escavadora para el derribo, tiembla todo, siguen los fortísimos martillazos en tu segundo medianero, sientes caer grandes piedras de albero que es de lo que está hecho, como se hacían antiguamente, de tapiales. Muros que mandó construir mi abuela, Doña Josefa Gómez Martín, para sus dos hijas, Dolores y Rosario Romero Gómez, y de dichas casas queda todavía ésta de pie, de aproximadamente un siglo.
Esperemos que no la sigan machacando para que dure muchos más años. Pero se siguen creyendo con todo el derecho del mundo y siguen, y siguen, ocho o diez horas todos los días, taladrando y martilleando todo aquello que les va estorbando para hacer su nuevo muro perfecto. Todo esto desde las ocho menos veinte de la mañana que comienzan, hasta las seis y media de la tarde. Y a todo le acompaña ese encanto de hormigonera sin parar todo el día, quitando el pisquito del desayuno y el almuerzo, ¿es que no hay un nuevo inventor que la calle?
¿Y qué me dicen? Nadie vino antes, ni mientras, nadie de nadie para nada. ¿Es que a nadie le importa lo que puede sucederles a todas cuantas familias padecemos “este síndrome por obra”?
Las familias pueden enfermar, pueden sufrir ansiedad, depresión y hasta un ataque al corazón. Pero ¡qué más da!, aunque hay inspectores para todo, en estos casos nadie inspecciona nada, o al menos yo no los he visto.
Nadie me previno en ninguno de los dos casos, nadie me aconsejó, ni nadie me ha consolado en mis malos ratos, tampoco a mi familia.
Han arrancado pedazos de mi fachada, arrancaron mi contador de la luz dejándome sin suministro varios días. Echan suciedad en mi patio y en mis puertas a todas horas. Se suben en mi tejado, y hasta ponen tablas y andamios para hacer sus servicios más cómodos y más baratos. Y para remate cuando llega  esa grúa altísima echando el hormigón desde esa altura, temiendo que se te caiga encima. En fin, una gran alegría y tranquilidad.
Estoy segura de que ningún gobernante ha padecido nada como esto, si no sería otra cosa. Desde pequeña he visto la estatua de la justicia con sus ojos cubiertos con una venda para no ver nada. Y pienso que ya es hora de que se la quiten a la pobre mía, para que sus ojos vean con claridad toda la avaricia e injusticia de este destrozado mundo.
¡Familiares que estáis padeciendo todo esto! ¡Gritad fuertemente conmigo!, a ver si así nos escuchan en alguna parte que haya buenas almas ¿tendremos suerte? Me uno a todos vosotros en un fuerte abrazo para nuestro consuelo. Hasta siempre.

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