Merece la pena

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CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL ANCIANO Y DEL ENFERMO 2006

Hay cosas en la vida que siempre merece la pena realizarlas, de las que nunca nos arrepentiremos por muchos esfuerzos que nos cueste. Sin embargo vivimos un mundo, a veces, tan superficial que todo lo que cueste trabajo lo desechamos rápidamente.  

No creo que sea de las personas pesimistas que piense que todo es a base de sufrimiento, eso sería masoquismo puro, sin embargo lo que realmente nos dignifica, lo que nos hace sentir plenitud en nuestro interior, es todo lo se construye desde el cariño y la ternura y eso necesita tiempo y generosidad. Cuando pensamos que no tenemos tiempo para nada y para nadie convertimos nuestra vida en un latir precipitado que nos roba la paz.

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El pasado domingo siete de mayo, en la parroquia del “Divino Salvador” ofrecimos un almuerzo a ancianos del barrio y de diferentes residencias, como parte de la celebración que tuvo lugar a lo largo de la jornada. Este almuerzo, lo venimos preparando desde hace seis años, cada año que pasa lo vivimos con más ilusión; sin embargo los nervios siempre están a flor de piel, solo de pensar que unos setenta ancianos vienen un día al año, con el mayor deseo de disfrutar de este encuentro. Mover de sus residencias a personas tan mayores, con sus limitaciones, cuesta trabajo y esfuerzo. Organizar un almuerzo en el que no falte de nada requiere estar atento a muchas cosas, procurar que además se diviertan, se rían, y participen de una jornada festiva es unir muchas buenas intenciones; sin embargo, os podemos asegurar que siempre merece la pena.

Anterior al almuerzo se hace una oración comunitaria en la que reciben el Sacramento de la Unción muy emocionados,  pero lo que verdaderamente se ve en sus rostros es una expresión de agradecimiento.
Un año más y “ojalá que pueda ser más veces al año” como decía una anciana de vuelta a su residencia, este grupo de voluntarias y voluntarios desea seguir ofreciendo este día de fiesta y alegría a los mayores a pesar del esfuerzo, porque estamos convencidos de que merece la pena dedicar parte de nuestro tiempo a todos aquellos que están más olvidados, agradecidos de todo lo que nos aporta su presencia.

Ahora llega la feria y a todos nos gustará cantar y bailar porque es sano para nuestra salud. A muchos de estos ancianos de residencia tenemos que llevarle la feria a su casa para que puedan disfrutar, de alguna manera, de la alegría de la vida.

No puedo despedirme sin antes dar las gracias mas sinceras a todos los que han hecho posible esta celebración. A las Hermandades de Jesús del Gran Poder, Borriquita, Amargura, Veracruz, Nuestra Sra. de Valme y Stº Entierro por su implicación en tareas diversas de organización; a la Cruz Roja que gracias a ella se ha podido trasladar a ancianos en sillas de ruedas; a Carrefour que por sexto año consecutivo sigue colaborando en este almuerzo; a Antonio el cocinero por su exitoso guiso, al coro rociero Consolación por amenizar la fiesta con rumbas y sevillanas y a los amigos/as de la parroquia que han participado en diferentes tareas desde un mismo sentir.

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