Ahora, desafortunadamente, podemos comprender eso de que “algo se muere en el alma cuando un amigo se va”. El pasado día 11 de junio nos dejó nuestro amigo Antonio Manuel Márquez Farfán, Manolo para unos, Manolito para otros, y desde entonces nada volverá a ser igual.
No hay un solo momento en que no nos acordemos de él; son muchas las cosas que hemos compartido juntos; buenas y malas, porque para eso están los verdaderos amigos.
Aunque suena algo egoísta, es un gran consuelo pensar que gran parte de su tiempo, de sus ratos libres, de sus vacaciones, lo compartió con nosotros, que formábamos parte de sus planes y , claro está, de su esposa, Pili, que lo adoraba y mimaba como a un niño. Y es que, a pesar de ser tan maduro y responsable, seguía teniendo un espíritu muy infantil, siempre dando bromas e inventando travesuras.
Era una persona muy cariñosa y a la vez muy querida, eso ya pudimos comprobarlo el día de su funeral; fue increíble el gran número de personas que lo acompañó a darle su último adiós; desde aquí, aprovechamos para darles las gracias a todos. ¡Qué orgulloso se habría sentido!
Es estas líneas sólo hemos querido reflejar una pequeña parte de lo que queremos, pero era tan especial que no podíamosdejar pasar la oportunidad de hacerlo saber a todos los que en algún momento llegaron a conocerlo.
Jamás te olvidaremos, en todos y cada uno de los sitios que visitamos contigo volveremos a tenerte presente; son muchas las anécdotas vividas y los buenos ratos que nos hiciste pasar. Estés donde estés, gracias por todo ello. Nos has dejado recuerdos muy bonitos y una huella que no se puede borrar.
Con todo nuestro cariño, a este fiel costalero del Gran Poder y seguidor incondicional del Sevilla CF.