En esta jubilación
que como trabajador te llega,
recuerdo cuando dejaste
tu oficio de soldador
por la fábrica de botellas.
Cuando ingresaste en Vicasa,
era en el año setenta,
así que en este dos mil ocho,
si ajustamos bien las cuentas,
cumplirás los treinta y ocho.
Con tu humor y simpatía,
derramada todos los días,
fuiste fiel en tu trabajo,
responsable y compañero,
por eso todos te aprecian,
desde el último al primero.
Hoy te quiero dedicar,
cuando se acerca el final,
de tu vida laboral,
estas letras en pareado,
que por tu saber estar,
te lo tienes bien ganado.
¡¡Felicidades!!