La mañana del 9 de mayo, ninguno de nosotros, ni clientes ni empleados, nos imaginábamos lo que se nos venía encima. Como si te despertaran con un cubo de agua helada e pleno invierno y cuando fueras a preguntar te lanzaran otros, y después otro… en forma de noticia mala, peor después y, por último, dramática.
Al día siguiente te levantabas, sin haber dormido y seguías pensando en todos los clientes y en cómo se sentirán, y en que aún no habías podido hablar con ellos para que supieran que estabas ahí. Pero algo más tarde caes en la cuenta que, en pocas horas te has quedado sin tú dinero (por ahora), la familia sin el suyo, que todos teníamos el dinero en la empresa, por supuesto, y sin empleo….Dos días antes trabajaba en la empresa nº 69 de España, por nivel de facturación.
Y piensas: ¿qué puedo hacer con esos clientes?, ante que por ti mismo. La cara de todos los compañeros, desde el director hasta el último era las misma en la oficina.
Puertas abiertas, sin horarios, y a atender a todas esas personas que vinieron en su momento a hacerse clientes con la mejor de las intenciones y se fueron con el trato más profesional que se les podía dar, como merecían.
Entonces no podíamos fallarle, seguimos sin poder fallarle porque cuando aparecían por la oficina, asustados con la noticias cada vez más desagradables que surgían ( a pesar de secretos de sumarios, algún día me lo explicaré…), primero nos preguntaban ¿Cómo estáis?.. Y nosotros a aguantar las lágrimas de tanta humildad que teníamos delante.
Bien, nosotros estamos bien porque tenemos que tener fuerza para vosotros. Y seguiremos mientras nos dejen aunque poco a poco tengamos que ir buscando nuestro futuro para que coman nuestras familias. Y esto pueda tardar años en arreglarse.
Si es verdad que existe poca cultura financiera en este país, que no lo creo, algo es seguro, cultura humana hay tela, al menos en Dos Hermanas.