DIARIOS DE UNA NIÑERA
¿Se han parado a pensar qué sería de Mary Poppins si hoy día volviese para hacerse cargo de algún niño al que sus padres no pueden atender todo lo necesario por culpa del trabajo o lo que sea? Posiblemente, como los niños de hoy no son como los de antes, y con cinco o seis años ya saben latín, y hay muchos que son un poquito puñeteros, la pobre señora acabaría tirando la toalla más pronto que tarde y, por mucha magia y muchos trucos que utilizara, no podría superar la situación. Aunque claro, si Mary Poppins no tuviese los años y la figura de Julie Andrews sino el cuerpazo y la juventud de Scarlett Johansson, el niño en cuestión (por el motivo ya mencionado antes, y porque hoy día las hormonas atacan antes) acabaría a sus pies en poco tiempo. El niño y el vecino, el padre y hasta algunas madres.
Estados Unidos, 2007. (100')
Título original: The Nanny diaries.
Escrita y dirigida por: Shari Springer Berman y Robert Pulcini, basado en la novela homónima de Emma McLaughlin y Nicola Graus.
Producción: Richard N. Gladstein, Dany Wolf.
Fotografía: Terry Stacey.
Música: Mark Suozzo.
Montaje: Robert Pulcini.
Intérpretes: Scarlett Johansson (Annie Braddock), Laura Linney (Sra. X), Alicia Keys (Lynette), Chris Evans (El macizo de Harvard), Nicholas Art (Grayer), Donna Murphy (Judy Braddock), Paul Giamatti (Sr. X).
Diarios de una niñera está basada en una novela homónima que es más satírica y más dura que la película que la adapta. Ya sabemos que en Hollywood no gustan las comedias sin finales completamente felices (donde todos, salvo el 'malo') salen ganando y consiguen lo que perseguían. Además, lo que sobre el papel era una disección de parte de la sociedad americana, tomando como antagonistas una de las familias más pijas del barrio más pijo de Nueva York, frente a una chica de un barrio de clase obrera de la vecina Nueva Jersey que acaba de licenciarse, en la película se convierte en un aburrido muestrario de poses por ambas partes. Sin crítica y sin dar caña, más bien todo lo contrario.
Annie Braddock es una joven estudiante con un futuro muy prometedor por delante. Pero ante la búsqueda de un buen empleo se da cuenta de que en realidad no sabe quién es ni qué persigue en la vida. Sin saber muy bien cómo acaba aceptando la oferta de una rica familia del Upper East Side, los X, para ser la niñera de su hijo. Instalada en su casa deberá lidiar con un niño peleón que la odia y con los caprichos de la señora X, además de con un vecino que se enamora de ella.
La película es muy blandita y, lo que es peor, muy predecible. Incluso en los detalles. Los personajes son muy arquetípicos y todo en conjunto es muy obvio. Paul Giamatti (que ya protagonizó el debut de la pareja de directores, la -esta sí- muy buena American Splendor) es, pese a lo poco que aparece, y casi siempre de espaldas, el mejor de la función. Laura Linney tiene muy buenos momentos, aunque ha tenido trabajos mejores. ¿Y la Cenicienta de la historia, esa especie de Mary Poppins moderna (hay un guiño más que evidente al personaje en un sueño de la protagonista) que es Scarlett Johansson. Pues, la verdad, poco que decir. Una de sus actuaciones más flojas. Acostumbrados que estábamos a verla en películas de entidad, de interés y con grandes directores (desde los hermanos Coen a Brian de Palma, pasando por Sofia Coppola y Woody Allen), amén de haber sido musa de autores independientes en cintas más desconocidas pero de enorme interés, incluso haber puesto voz a Mindy en la película basada en esa 'serie de culto' que es Bob Esponja, y ahora nos sale con esto.
Cierto es que ya había coqueteado con el cine comercial anteriormente, cuando era aún una adolescente, eso sí, en papeles secundarios (Si no te casas, me mato, Solo en casa 3, Arac Attack…) e incluso más recientemente (La Isla), pero ¿una comedia -si se puede llamar comedia a esto- romántica? ¿Y encima mala? Definitivamente, Scarlett se ha pasado al enemigo.