Mucho ha cambiado Peter Berg desde que hace casi veinte años debutara en la dirección con aquella gamberra, brutal y desquiciada Very bad things. Ahora parece más centrado (en lo que a cine se refiere, claro, que como director y creador de series va por otros derroteros) en temas más serios, en mostrar el espíritu de superación del hombre (y del país en general) norteamericano medio con tres películas (una especie de trilogía) basadas en hechos reales, que, por cierto, tienen en común el estar protagonizadas por Mark Wahlberg.
Día de patriotas se desarrolla durante los cuatro días posteriores al atentado que estremeció al mundo durante la maratón de Boston de 2013, cuando dos artefactos caseros explotaron entre el público junto a la línea de meta, matando a tres personas e hiriendo gravemente a casi trescientas, y con la investigación y persecución de los terroristas por toda la ciudad.
En el lado positivo, la buena documentación de la historia (incluyendo las imágenes reales de las cámaras de seguridad que permitirían la identificación de los responsables de tan salvajes y cobardes actos), el respeto a las víctimas y el que le dé matices a los villanos, en vez de plasmarlo como seres de un solo plano, dotándolos de cierta humanidad en casa con su hija pequeña, desayunando… También la magnífica secuencia del tiroteo en Watertown, deudora del mejor Michael Mann (el de Heat, por ejemplo).
Estados Unidos-Hong Kong, 2016 (133′)
Título original: Patriots day.
Dirección: Peter Berg.
Producción: Dorothy Aufiero, Dylan Clark, Stephen Levinson, Hutch Parker, Michael Radutzky, Scott Stuber, Mark Wahlberg.
Guión: Peter Berg, Matt Cook, Joshua Zetumer.
Fotografía: Tobias A. Schliessler.
Música: Trent Reznor, Atticus Ross.
Montaje: Gabriel Flemming, Colby Parker Jr.
Intérpretes: Mark Wahlberg (Tommy Saunders), John Goodman (Comisionado Ed Davis), Kevin Bacon (Agente especial Richard DesLauries), J.K. Simmons (Sargento Jeffrey Pugliese), Michelle Monaghan (Carol Saunders), Rachel Brosnahan (Jessica Kenshy), Alex Wolff (Dzhokhar Tsarnaev), Therno Melikidze (Tamerlan Tsarnaev), Melissa Benoist (Katherine Russell).
Por otro lado, en el negativo, esa costumbre tan extendida desde hace años, de llevar la duración de la película hasta más allá de las dos horas, se cuente lo que se cuente, que provoca, como en este caso, altibajos en el ritmo, vaivenes en la intensidad. La inclusión de esa especie de mini-documental con las entrevistas e imágenes de los protagonistas reales de la historia (en su parte final) hace que la historia acabe con un tono innecesariamente emotivo (casi lacrimógeno). Aparte el patriot(er)ismo implícito en el título, también recurrente en este tipo de filmes, donde no hay lugar a segundas interpretaciones.
Una película que podría haber estado más cerca del telefilme si, en vez de decantarse por la investigación policial, se hubiese centrado, como en la primera media hora, en las vidas de las personas anónimas que fueron víctimas (perdiendo alguna de sus piernas) de las explosiones, pero que va más allá con un puñado de brillantes escenas de acción. Cinta con altibajos, con algún que otro agujero en su trama, disfrutable, dolorosa, pero que se olvida pronto.
