La revista Science del pasado día 13 de Abril nos llega con un artículo que llevábamos esperando desde Marzo de 2005. Por aquel entonces se descubrieron unos huesos de Tiranosaurus Rex muy especiales. La médula ósea del fémur de este dinosaurio tenía tejidos blandos, capilares y células. Este hecho de por sí es revolucionario en el sentido de que a partir de ahora vamos a tener que mirar los huesos que desenterremos con mucho más cuidado.
Lo aceptado por todos hasta este hallazgo era que tras la muerte de cualquier bicho viviente, sus proteínas sufren un rápido proceso de degradación. Cuando además se trata de un cuerpo en proceso de fosilización, se entendía además que las proteínas ya maltrechas eran sustituidas por minerales. Esto ocurría en el periodo de un millón de años aproximadamente.
Pero henos aquí que ahora tenemos tejido elástico de dinosaurio. Harvard Medical School, en cooperación con Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston, han estudiado las proteínas de estos tejidos durante dos años, y los resultados son también reveladores. Se han analizado siete fragmentos de proteínas de este tejido. Uno de ellos tiene una secuencia de aminoácidos que posee similitudes con el Tritón (una especie similar a la Salamandra). Otro, coincide con un tipo de rana. Luego hay dos secuencias que lo hacen con especies muy diferentes. Y por fin, hay al parecer tres que se asemejan casi perfectamente con secuencias de aminoácidos que encontramos habitualmente en las gallinas.
Esto hace pensar, tal y como ya viene siendo habitual, que las aves son descendientes de los dinosaurios. Los que hayan visto la película Parque Jurásico recordarán al ficticio Doctor Alan Grant defendiendo esta misma postura. Pero su argumentación se basaba en el hecho de que la estructura ósea de algunos dinosaurios tenía importantes similitudes con la de las aves actuales. El hecho de que además compartan secuencias de proteínas no hace más que reforzar esta idea. Este proceso de relacionar especies en el árbol evolutivo según sus secuencias de proteínas no es en absoluto novedoso. Lo que sí es nuevo es que relacionen precisamente al pollo con el tiranosaurio.
Tres secuencias no son suficientes para decir en firme que este parentesco sea cierto. Pero naturalmente ahora se espera encontrar más tejidos donde antes no se miraba con tanto detenimiento. Las condiciones para la no fosilización dan para otro artículo y bien extenso. Como conclusión a este tema me ha gustado mucho la idea publicada por Pedro Gómez Esteban en su blog: “Si las proteínas del Tiranosaurus Rex coinciden tanto con las de gallina, no sólo su colágeno será parecido, sino también sus músculos. Por lo tanto, a partir de ahora sostengo con convicción que el dinosaurio sabe a pollo.”