Palabras torrenciales

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Película Tres recuerdos de mi juventudTRES RECUERDOS DE MI JUVENTUD

Paul Dédalus deja Tayikistán después de varios años, para volver a Francia. Pero en el aeropuerto es retenido. Al parecer, un Paul Dédalus con sus mismos datos y con el mismo pasaporte, murió dos años atrás en Australia. En la oficina donde le interrogan, Paul recuerda tres momentos de su pasado como infante y adolescente, los problemas con su madre, los desencuentros con su padre, un viaje de estudios a Rusia, y sobre todo Esther, el primer y doloroso amor…

{xtypo_rounded4}Francia, 2015 (123′)
Título original: Trois souvenirs de ma jeunesse.
Dirección: Arnaud Desplechin.
Producción: Pascal Caucheteux.
Guión: Arnaud Desplechin, Nicolas Saada, Julie Peyd.
Fotografía: Irina Lubtchansky.
Música: Grégoire Hetzel, Mike Kourtzer.
Montaje: Laurence Briaud.
Intérpretes: Quentin Dolmaire (Paul Dédalus, adolescente), Lou Roy-Lecollinet (Esther), Mathieu Amalric (Paul Dédalus, adulto), Dinara Drukarova (Irina), Françoise Lebrun (Rose), Irina Vavilova (Madame Sidorov), Elyot Milshtein (Marc Zylberberg), Pierre Andrau (Kovalki), Lily Taieb (Delphine Dédalus), Clémence Le Gall (Pénélope), André Dussollier (Claverie), Cécile Garcia-Fogel (Jeanne Dédalus).{/xtypo_rounded4}

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El de Paul Dédalus es un personaje que Desplechin ya había usado, hace veinte años, en aquella ocasión también interpretada por Mathieu Amalric, y que ahora recupera para, en una pirueta argumental, contar qué ha sido de él y sus orígenes previos a la anterior cinta. Y Desplechin lo hace de la manera más compleja posible. Diálogos extraños, incomprensibles en algunos momentos en los que se pone excesivamente filosófico. Capas y más capas de una historia que a veces es difícil seguir más allá de la más básica línea argumental.

Cierto que tiene momentos arrebatadores, de intensidad suma (esa declaración de amor arrebatado y loco “Existes con fuerza. Como una montaña”), pero eso no evita que el torrente verbal (habitual en el director, por cierto) haga que el espectador pierda interés en gran parte del metraje. Más que nada porque se siente incapaz de seguirle el ritmo.

Desplechin utiliza para representar a sus dos personajes a dos intérpretes noveles, Quentin Dolmaire y Lou Roy-Lecollinet, a los que retrata con intimidad, a través de esa relación epistolar llena de problemas. Personajes que, en ocasiones, miran a cámara, interpelan al espectador, metiéndolo dentro de su historia de amor imposible y puede que inventada.

Hay también en Tres recuerdos de mi juventud un elemento narrativo que aparece por sorpresa a mitad del metraje. Tal como ocurría en 3 corazones, otra cinta francesa de la que hablamos en noviembre, una hora después de empezar, aparece una voz en off de un narrador, que amplía la información pero que termina por descolocar del todo en una historia en la que ya es más que difícil entrar.

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