La chica va saliendo lentamente
de la masa azulada, sostenida
en su mata de pelo que, aún teñida,
desparrama belleza sutilmente.
Su cuerpo escultural, bronceadamente,
demuestra su volumen sin medida
sabiendo que mantiene entretenida
a toda la caterva adolescente.
Belleza por doquier, pura armonía.
Mas, de pronto, se acaba la belleza
al abrir la boquita el angelito.
No para de agrandar su villanía.
No deja de llenarse de simpleza.
Ya sólo la ve bella algún cerdito…