El mexicano Guillermo del Toro vuelve a rodar en España tras la experiencia de El espinazo del diablo, y esta vez, como aquella, centra su historia en los años posteriores a la Guerra Civil que sacudió el país y lo dividió en dos. De nuevo, al igual que en aquella ocasión, hay un viejo caserón (que entonces servía de escuela y ahora de acuartelamiento del ejército) y la historia está protagonizada por niños, que viven hechos inexplicables, fantásticos, con los rescoldos de la guerra como telón de fondo. La diferencia es que es en El laberinto del fauno donde del Toro despliega todo su potencial como hasta ahora no lo había hecho, fundiendo el mundo fantástico con el real, de modo que a veces uno no llega a saber si son lo que aparentan, y haciéndolos caminar de modo parejo, para llegar a situaciones similares.
Ofelia es una niña de trece años que se traslada junto con Carmen, su madre, en avanzado estado de gestación, a un pequeño pueblo, en cuyo molino tiene su base de operaciones Vidal, un cruel y sanguinario capitán del ejército franquista, y que es el nuevo marido de Carmen. Ofelia, que no siente el más mínimo aprecio por Vidal ni por la nueva vida que le espera, lleva tiempo refugiada en libros de cuentos de hadas, por los que se siente fascinada. Al poco tiempo de llegar a su destino, Ofelia recibe la visita de un hada, que le dirigirá hacia un viejo laberinto de piedra cercano al molino donde se encuentra con un fauno, un ser mitológico que le hace a Ofelia una sorprendente revelación: ella es una princesa, la última de su linaje, a la que los suyos, en su submundo, han estado esperando durante siglos. Ahora, para demostrar que es realmente ella, deberá superar tres pruebas antes de la Luna llena. Ofelia se entregará a la consecución de los retos, con la sola intención de escapar de un mundo cruel que no le gusta, y llevarse a su madre y a su hermano nonato con ella.
España-México-Estados Unidos, 2006.
Escrita y dirigida por: Guillermo del Toro.
Producción: Guillermo Del Toro, Berta Navarro, Alfonso Cuarón, Frida Torresblanco, Álvaro Augustín, Eugenio Caballero y Víctor Albarrán.
Fotografía: Guillermo Navarro.
Música: Javier Navarrete.
Montaje: Bernat Vilaplana.
Duración: 113 minutos.
Intérpretes: Sergi López (Vidal), Ivana Baquero (Ofelia), Maribel Verdú (Mercedes), Alex Angulo (Doctor), Ariadna Gil (Carmen), Doug Jones (Fauno), César Bea (Serrano), Manuel Solo (Garcés), Roger Casamajor (Pedro).
Esta es la sexta película de Guillermo del Toro, y en ella el mexicano consigue su filme más redondo, más complejo, más metafórico y más oscuro. No es una historia demasiado compleja, pero la realidad y la ficción que vive la protagonista (excelente Ivana Baquero, un verdadero descubrimiento) no sólo se van fundiendo (en un principio, ambos mundos están en escenarios distintos, pero poco a poco, el fantástico va llenando el real, e incluso el real se mete en el fantástico) sino que marchan por sendas casi paralelas. En ambas hay un monstruo cruel, pero es en la parte real donde esto se nota más de la mano de Vidal (magnífico Sergi López, como siempre), encargado de capturar a los últimos miembros de la resistencia republicana que se esconde en los montes, tarea a la que se entrega con desmedido afán y sanguinaria dureza.
El laberinto del fauno es una cinta fascinante, que atrapa desde el primer momento, con una puesta en escena y un trabajo visual sencillamente sublime, formalmente perfecta, interpretada de modo magistral por casi todo el reparto (alguna pieza no acaba de encajar del todo entre los secundarios)
Una gran obra maestra que será uno de los principales escollos a los que tendrá que enfrentarse Almodóvar para llevarse su tercer Oscar, ya que la cinta de del Toro ha sido la seleccionada por su país, México, para competir por tan preciada estatuilla. Del mejor fantástico (y no me paso) en lo que llevamos de década.