En el cortijo nazareno “El Palomar” varios trabajadores encontraron siete cabras muertas. Suponiendo que habían muerto a consecuencia del calor, decidieron comerse la carne de los animalitos. Como resultado de esta comilona, han ingresado en el hospital Manuel y Carmen Muñoz, Amparo Acosta y un hijo suyo, de tres meses. Otros 20 trabajadores sufren también intoxicación. Las cabras habían muerto por carbuncosis.