EL ESCRITOR
Gran noticia para el cine es el retorno a la dirección (hacía tiempo que no sabíamos de él, después de sus muchos problemas con la justicia, que no entraremos a valorar aquí) del más aventajado discípulo de Alfred Hitchcock, el gran autor Roman Polanski.
{xtypo_code}Reino Unido-Alemania-Francia- Estados Unidos, 2010. (128’)
Título original: The ghost writer.
Director: Roman Polanski.
Producción: Robert Benmusa, Alain Sarde, Timothy Burrill, Roman Polanski.
Guión: Roman Polanski y Robert Harris, basado en la novela de Robert Harris.
Fotografía: Pawel Edelman.
Música: Alexandre Desplat. Montaje: Hervé de Luze.
Intérpretes: Ewan MacGregor (El escritor), Pierce Brosnan (Adam Lang), Olivia Williams (Ruth Lang), Kim Cattrall (Amelia Bly), Timothy Hutton (Sidney Kroll), Jon Bernthal (Rick Ricardelli), James Belushi (John Maddox), Tom Wilkinson (Paul Emmett), Eli Wallach (Vecino anciano).{/xtypo_code}
El director polaco se salta a la torera todas las convenciones y modas, le da lo mismo lo que se lleve, cómo se hacen las películas (las normas de género) en la actualidad… Él sigue fiel a su estilo, a su concepción del cine, y demuestra, una vez más, que es un maestro, y que pocos son capaces de hacer un filme tan diferente como este, plagado de tópicos y repleto de un humor caústico que (en ocasiones) pasa hasta desapercibido.
Un escritor acepta a regañadientes el encargo de hacer de ‘negro’ y terminar las memorias del ex-primer ministro británico Adam Lang, a pesar de que, él mismo lo reconoce, ni sabe ni le interesa nada la política. Aunque su agente le dice que puede ser la oportunidad de su vida, el proyecto parece condenado desde un primer momento, ya que el anterior encargado de hacerlo, el antiguo ayudante de Lang, murió en extrañas circunstancias. Además, el político se ve inmiscuido pronto en turbios asuntos, y es acusado por sus propios compañeros de gobierno de haber colaborado con la CIA en el secuestro y tortura de ciudadanos británicos.
Aunque la apariencia es de un thriller oscuro, con intereses y tejemanejes políticos de por medio, Polanski no olvida en ningún momento los toques cómicos, aún más negros, y que ayudan a definir aún más a los personajes y la situación en que se encuentran. El escritor, por ejemplo, se da cuenta bastante tarde de que es invisible, de que él no tiene la más mínima importancia en todo el asunto, de que es simplemente un negro (en el sentido literario del término), y su nombre no importa. De hecho, Polanski ni siquiera le da uno, y es sólo ‘el escritor’.
Las interpretaciones ayudan a mantener el buen nivel de la cinta, con una gran tripleta protagonista (MacGregor, Brosnan, Williams), aunque los mejores momentos los proporcionan dos grandes con papeles muy breves: Tom Wilkinson y Eli Wallach. Pero sin duda, la estrella es Polanski. Su gran maestría, el hecho de contar lo justo, de elegir los planos para mostrar lo necesario, dando información hasta cuando parece que no la está dando, demuestran que es uno de los más grandes directores vivos, pese a que muchos prefieran juzgarlo por su comportamiento fuera de los sets de grabación, en su vida privada.