La amnesia de la crisis llega al fin;
la casa del color abre el visillo
dejando que se impregne en farolillo,
en fiesta, algarabía y en festín.
Ya se trunca el asfalto en fino albero;
las casas en casetas y, las penas,
obligadas a entrar en cuarentena
que hoy comienza otro culto a don dinero.
No hay gripe que nos quite la ilusión
de volver a la juerga —que es lo nuestro—
aún buscando ajustar el presupuesto
cambiando la tortilla por jamón.
Ya sabes, vive ajeno a tanta histeria,
conviértete en clavel y, lisonjero,
ve y dile con descaro a tu ropero:
“¡a ver hoy que me pongo, que ya es feria!”