Espías con clase

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cineDUPLICITY

Segunda película como director de Tony Gilroy, después de la muy notable Michael Clayton, Duplicity cambia de registro y se acerca más a la comedia de acción, eso sí sin abandonar el cine de espías de su primera obra. Por el modo de contar la historia, por el montaje y el uso de flash-backs en momentos concretos, incluso por la banda sonora, puede recordar a ciertos filmes de Barry Sonenfeld (Cómo conquistar Hollywood) o, en mayor medida, Steven Soderbergh (Un romance muy peligroso), aunque en este caso que nos ocupa los mencionados flash-backs están peor encajados, se ven más forzados.

 

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Estados Unidos, 2009. (125’)
Título original: Duplicity.
Escrita y dirigida por: Tony Gilroy.
Producción: Jennifer Fox, Kerry Orent, Laura Bickford.
Fotografía: Robert Elswit.
Música: James Newton Howard.
Montaje: John Gilroy.
Intérpretes: Clive Owens (Ray Koval), Julia Roberts (Claire Stenwick), Tom Wilkinson (Howard Tully), Paul Giamatti (Richard Garsick), Dan Daily (Asesor de Garsick), Lisa Roberts Gillan (Asistente de Tully), David Shumbris (Turtleneck), Rick Worthy (Dale Raimes), Oleg Shtefanko (Boris Fetyov), Denis O’Hare (Duke Monahan), Kathleen Chalfant (Pam Frailes), Khan Baykal (Dinesh Patel), Thomas McCarthy (Jeff Bauer).

Claire Stenwick, ex-agente de la CIA, y Ray Koval, ex-agente del MI-6, tuvieron un encuentro en el pasado. Ahora, cinco años después, han dejado el mundo del espionaje internacional para dedicarse al más lucrativo del mundo empresarial, en dos poderosas multinacionales rivales. Juntos intentarán sacar partido a la dura guerra establecida entre sus dos jefes, a la vez que intentan ocultar su prohibida relación, y hacerse con la fórmula de un descubrimiento histórico, que puede hacer ganar millones a quien la consiga.

La historia es buena, interesante, incluso sorprende. El inteligente guión de Gilroy nos lleva adrede por sendas equivocadas, engañándonos, dando varios giros, varias vueltas, para hacernos pensar de todo menos lo que va a ocurrir. Cierto que, uno ya está habituado a este tipo de cintas y está preparado para ellas, el espectador puede ser retorcido en su imaginación y pensar mil soluciones antes de que se dé el veredicto. En algunas acertará, pero en este caso solo al (muy cercano ya) final, uno puede entrever todos los entresijos que se han ido tramando en nuestras narices sin que nos demos cuenta y, finalmente, han logrado engañarnos, pese a que, a fin de cuentas, era de lo más lógico.

La pareja protagonista (un cada vez más en alza Clive Owen, y una Julia Roberts que vuelve al cine –aunque eso es más bien relativo, ya que nunca llegó a irse del todo–) demuestra, una vez más, la química que ya mostraron en la anterior vez que coincidieron en pantalla, Closer, y mantienen un buen nivel durante todo el metraje (por otro lado excesivo).

No obstante los párrafos anteriores, a la película le falta algo. Bien dirigida, bien escrita, bien interpretada, bien montada… pero no termina de llegar, no termina de dar ese pellizco que haga que uno disfrute enteramente de la película como podría haberse hecho. Le falta algo sin que se sepa determinar exactamente qué.

 

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