(Mc 1, 29-39) LA FE CRISTIANA es misionera, expansiva, apostólica, evangelizadora por naturaleza.
Otras religiones se agotan en la relación de la persona con lo divino: se le pide bendiciones, se le exhorta a que ayude, se le da gracias por los bienes recibidos, se obedece sus normas, se le pide perdón… Para los cristianos la fe no es solo creer en Dios, para los cristianos la fe es un encuentro con Jesús que nos llama a seguirlo, a estar con él, a continuar su misión. El encuentro con Jesús da a cada cristiano un motivo personal para continuar su misión. Él mismo nos envía: “Como el Padre me envió así os envío yo”.
Todos los cristianos vivimos esa tensión misionera, evangelizadora de anunciar con nuestra vida y con nuestras palabras que Jesús es el Señor. La fe en Jesucristo es esencialmente apostólica, vivimos como una necesidad ser testigos del Señor.
Nuestra fe no es para vivirla ni individualmente, ni solo en la familia, ni siquiera reducida al ámbito de nuestro pueblo. Cada persona, sea de la nación que sea, y sea cual sea su vida es un hermano al que ofrecer y con el que compartir el encuentro con Jesús.
“Ay de mí si no evangelizare”, dice san Pablo. “Vamos a otros lugares a evangelizar, que para eso he venido”, dice Jesús. Para nosotros el afán real de anunciar a Cristo, con nuestras palabras y nuestra vida, es el alma de nuestra fe. No convirtamos nuestra fe en una religión más.