En tiempos del “todo vale”
en que se flexibiliza
la moral que sintetiza
equilibrio y sociedad,
aparecen por docenas
los pícaros en la escena
bajo el lema de “igual da”.
Aparecen, como digo,
al abrigo y tras los sones
de desaceleraciones
–vulgo crisis, tiempos duros–
donde el gasto es un gigante
que hace pensar al farsante
en saquear al seguro.
Así, se denuncia en falso:
con tal que las cuentas cuadren
hay quien vende hasta su madre
por mejorar su bolsillo
–treta en busca del fondillo–
con la meta del pastón
que arroja el mal-denunciar;
inventando por trincar;
robando por solución…