Todas aquellas personas que en junio de 1973 no tuvieron la oportunidad de vivir la coronación canónica de la Virgen de Valme, 50 años después, se han hecho una idea de lo que supuso para el por entonces pueblo de Dos Hermanas. La Hermandad de Valme celebra el medio siglo de esta cita histórica y este sábado ha vuelto a hacer historia.
Tras un intenso año de actividades, tras la declaración del año jubilar por esta efemérides, la corporación y la ciudad afrontaban la cita clave o central de esta celebración. Se quería rememorar lo que fue aquella tarde del día 23 de junio de 1973 cuando la Virgen fue trasladada a la Plaza del Arenal para ser coronada canónicamente por el Cardenal Bueno Monreal. 50 años después, la Protectora de Dos Hermanas salía a la calle una calurosa tarde de junio y la ciudad se volcó con ella, volviéndola a coronar en fe y devoción de los nazarenos.
Aunque, en ocasiones, la fe y la devoción también puede ser selectivas y poco puede hacer frente a los más de 40 grados que caían sin piedad ni consideración sobre la ciudad a las 19:30 horas, cuando la Virgen se ponía en la calle. Una casuística climatológica que restó mucho público en una poco concurrida Plaza de la Constitución. El que estaba allí presente buscaba la sombra, mientras Valme, bajo ese portentoso templete de plata de estreno recorriía los primeros metros de la plaza, bajo un sol de justicia, con los sones musicales de la Banda de Música de Dos Hermanas Santa Ana.
Delante, los niños y niñas de la Escolanía RC con sus voces angelicales y, abriendo la comitiva, la Agrupación Musical Ntra. Sra. de Valme. El cortejo estuvo integrado, además de por hermandades y agrupaciones nazarenas, por una representación de las hermandades que acudieron hace 50 años a la coronación. Este fue el caso de Gran Poder de Gerena, Los Aceituneros de Utrera, Pasión de Sevilla, Divina Pastora de Cantillana, Sagrada Lanzada de Sevilla, Gran Poder Sevilla, Divina Pastora de Santa Marina, Asunción de Cantillana o la Asociación de fieles Ntra. Sra. de los Reyes. A todas ellas, la Hermandad de Valme les impuso le medalla conmemorativa de este aniversario.
El cortejo contó, demás con una representación de la corporación municipal del Ayuntamiento, con el alcalde, Paco Rodríguez, a su cabeza, así como con la presencia de la delegada de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, Susana Cayuelas. Además de los cuerpos de seguridad, entre otros representantes.
La ciudad se había engalanado para la ocasión, como hace medio siglo, convirtiéndose en el auténtico templete que cobijó con su fe y devoción a la Virgen de Valme durante la tarde-noche del 24 de junio. Tras atravesar la calle que lleva su nombre, algo más concurrida de gente y con parada en la casa hermandad de Santo Entierro, la Virgen hizo su aparición en la Plaza del Arenal, ya llena del público que la esperaba para presencial la Santa Misa Estacional, que presidió el arzobispo de Sevilla, Jose Ángel Saiz Meneses. Por un momento, muchos viajaron en el tiempo y la plaza se tornó en blanco y negro con los señores enchaquetados y las señoras de mantilla, negra y con vestido largo, como mandaba el protocolo, mientras el paso de Valme iba buscando el escenario de la plaza, flanqueada por los estandartes y banderas de las hermandades allí presentes. Los cantos lo pusieron la Asociación Musical RC y el Coro de Valme.
La misa comenzó casi una hora más tarde, por lo que hasta pasada las once de la noche no se inició la procesión extraordinaria, prevista a partir de las diez. Por eso, sobre esta hora, era ya mucho el público que deanmbulaba por el centro de la ciudad y se movía a su encuentro. Una larga espera que mereció la pena con el júbilo que se vivió por todas y cada una de las calles del recorrido al paso de la Virgen, ya desprovista de cortejo oficial y rodeada solamente por el pueblo, que le acompañó hasta la entrada en la Parroquia de Santa María Magdalena, pasada las seis de la mañana de un ya 25 de junio de 2023.
Procesión triunfal 50 años después
Pero, antes, se vivieron grandes momentos en esta jornada de aniversario. La hermandad había elegido el recorrido, optando por calles por las que Valme no suele pasar habitualmente. Por eso, uno de los momentos más especiales se vivió cuando el paso llegó a la zona de la feligresía del Amparo. Allí se volvió a detener el tiempo, con otro viaje a la Dos Hermanas de hace 50 años, con reuniones familiares y vecinales en las casas a la espera de la Virgen. Y un barrio que tanto sabe de advocaciones marianas (Virtudes, Estrella o Patrocinio) piropeó a la que más brilló esa noche mientras procesionaba por unas calles a las que no les faltó un detalle, ni el tamboril ni la guitarra pendiendo de uno de los balcones, dos símbolos romeros por excelencia. Además de las flores, tan de Valme, tanto las que colgaban de papel como las que le llovían cada dos por tres de los balcones.
El gran momento de la noche se vivió con la presentación ante la Parroquia de Ntra. Sra. del Amparo y San Fernando, dos tallas que salieron a la calle para recibir a la madre de Dios. Era más de la una de la madrugada, pero no cabía un alfiler en la calle La Hacendita, donde había peregrinado hasta una carreta desde el pasado tercer domingo de octubre. Valme había elegido este destindo, además de por no haber sido visitado nunca por la Virgen, por coincidir esta efemérides con el 25 aniversario de la Hermandad de la Sagrada Cena, que entregó a la hermandad una reproducción del azulejo que preside la fachada de su casa hermandad.
Antes, el coro le cantó a la Virgen, se le hizo ofrendas de flores y el párroco Manuel Chaparro Vera le dedicó unas bonitas palabras a este especial momento para el recuerdo, cuando la Virgen de Valme visitó por primera vez la feligresía del Amparo.
Aunque aún quedaba mucho por vivir en una noche en la que hasta no faltaron los fuegos artificiales. La calle Francesa y Divina Pastora también recibían por primera vez a Valme, perfectamente engalanadas para agasajar a su vecina más iliustre. Y en la plazoleta que popularmente lleva su nombre también se vivieron otro de los momentos especiales cuando el templete procesionó por dentro de la plaza, junto al monumento dedicado a la Protectora de la ciudad, ante la atenta mirada de algunas carretas de Valme.
Dos Hermanas afrontaba la recta final de una noche de verano muy especial que quedará en los anales de su historia, con mucho público por sus calles, en un ambiente festivo y de convivencia, que dejó un buen sabor de boca. El de haber soñado despierto con haber vivido la coronación a la Virgen de Valme, aunque 50 años después.