1497. La cofradía de la Magdalena

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Todavía sigue siendo una etapa muy desconocida de la Historia de nuestra ciudad el reinado de los Reyes Católicos (1474-1517), a pesar de que esa época constituye una de las más trascendentales, pues durante esos años es cuando comenzó la consolidación definitiva de Dos-Hermanas como población.

Y si poco conocido es ese período en general, más desconocidos son, aún, los aspectos religiosos de los nazarenos de aquellas fechas.
No obstante, ‘buceando’ en los registros notariales más antiguos que se conservan de la escribanía nazarena podemos encontrar datos que nos aporten información sobre esos aspectos de la vida religiosa. De esta manera, el pasado año pudimos encontrar entre esos registros una anotación de 1499 (a la que dedicamos un artículo en la Revista Cultural de este año) que hablaba, entre otras cosas, de unos cofrades que no habían asistido a ciertos cabildos de una ‘enigmática’ cofradía, cuya advocación omitía.

Y más recientemente hemos podido localizar en dos testamentos (uno de 1497 y otro de 1498) la mención de una cofradía de Dos-Hermanas dedicada a una Santa, que en los siglos posteriores no tuvo mucha fortuna entre los nazarenos: Santa María Magdalena. Los testamentos a los que me refiero son los de Miguel Sánchez de Mérida, de 18-21 de julio (nótese que es en torno a la festividad de la Magdalena, 20 de julio) de 1497, y Juan Ruiz Chamorro, de 16 de marzo de 1498.

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Ambos fueron otorgados ante Martín Sánchez, escribano público del lugar en aquellas fechas. En el primero de los testamentos se manda dar a “la cofradía de la Madelena con çien [maravedíes]”, mientras que en el de Ruiz Chamorro se ordena que se entregue “a la cofradía de Santa María Madalena dos reales, porque me honren los cofrades e quemen su çera”. La importancia de ambas anotaciones es capital, pues es la primera vez que se menciona la existencia de una cofradía en nuestra localidad, que podría ser anterior a la cofradía de Santa Ana, cuya primera mención es, recordemos, de 1517.

Ambas referencias nos dan, como hemos dicho, un dato primordial, pero a la vez nos produce una serie de incógnitas: ¿cuándo y cómo surge? ¿por qué esa advocación? ¿dónde estuvo ubicada? ¿tuvo Reglas? ¿es esta cofradía la que aparece citada en la anotación de 1499? ¿qué fue de ella? Son preguntas, ciertamente, de difícil respuesta pues escasean los documentos del último tercio del siglo XV, aunque lanzamos la hipótesis de que bien pudo surgir a raíz de la grave epidemia de peste bubónica de 1481.

Debemos recordar en este punto que Santa María Magdalena era en esas fechas, junto a San Sebastián, Santa Brígida y San Roque, uno de los santos protectores de las pestes y epidemias. Se pudo pedir auxilio y ayuda a la Magdalena y, tras recibir el favor solicitado, aumentó la devoción en Dos-Hermanas hasta el punto, entre otras cosas, de crearse una cofradía. Apuntamos, además, que también en Sevilla existían dos cofradías, ambas con hospitales, dedicadas a Santa María Magdalena y documentadas entre 1492 y 1504.

En cualquier caso, la vida de esta cofradía debió ser efímera, pues, por ejemplo, en los documentos notariales de principios del siglo XVI no existe mención alguna. Por esos años de la nueva centuria desaparecería (sin que sepamos el por qué) y dio paso a la cofradía de Señora Santa Ana, que pronto jugó un papel destacado en la religiosidad popular de nuestra localidad, cayendo en el más profundo de los olvidos la de la Magdalena.

¿Sabías que…?
Como es bien sabido, en 1568, estalló en la región de Las Alpujarras una grave revuelta, protagonizada por los moriscos, descontentos con la promulgación un año antes y por parte de Felipe II, de una pragmática sanción que prohibía la vida y costumbres islámicas mantenidas por ese sector de la población. La revuelta dio lugar a una guerra (conocida como Guerra de Las Alpujarras) que duró hasta 1571 y terminó con la deportación de los moriscos granadinos, provocando un gran vacío de población en el Reino de Granada. Para solucionar ese vacío, entre las medidas que se tomaron estaba la de recurrir a pobladores venidos de diversas partes de la Corona de Castilla. Uno de esos pobladores fue el nazareno Bartolomé Morillo. Este vecino de Dos-Hermanas decidió marcharse con su esposa, Juana Mateos, al reino de Granada, buscando mejores oportunidades, y terminó estableciéndose como poblador en el pequeño lugar de Bayacas, jurisdicción de la taha (distrito) de Órgiva, en el señorío del duque de Sessa (descendiente del Gran Capitán).

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