Con la llegada del calor me mudo, como todos los años, a mi casita de Echagüi, con mi piscinita y mi porche, la verdad es que echo un verano de lujo, excepto por mis amigos los paramotores.
El año pasado, su medio, me publicó una carta en la que pedía a estos señores que dejasen de sobrevolar nuestras parcelas y creí inocentemente que lo había conseguido.
Este pasado domingo me levanté tempranito porque me encanta disfrutar de la tranquilidad, el cantar de los pajaritos y el frescor de la mañana. Me preparo mi té y… ¿qué se oye? no puede ser… ¡allí está el horrible ruido! (contaminación acústica a tope). En el silencio de la mañana se oye a kilómetros de distancia y poco a poco se va acercando.
Nuestro amigo del paramotor se aburre, por eso se entretiene fisgando en nuestras parcelas y nuestras vidas desde lo alto.
Me imagino que para poder volar estos señores tendrán que tener un permiso municipal, así que ruego, a quien corresponda, que ponga medios para prohibir que los paramotores sobrevuelen la zona de Echagüi y otras zonas habitadas y se vayan con sus ruidos y fisgoneo a lugares donde no molesten.
Y podamos seguir disfrutando de la tranquilidad del verano.