El gamberrismo en esencia vuelve a la pantalla con esta segunda entrega de las aventuras de la agencia secreta más elegante del planeta, la que se esconde tras la sastrería de lujo Kingsman. La secuela de esta historia de agentes secretos, que no escatima en violencia, y que monta el espectáculo pirotécnico más salvaje que te puedas imaginar, es aún más salvaje, más exagerada que su predecesora. También más provocativa, más cínica, más alocada, con personajes más bizarros, y más, y más… ¿Cuál es el problema, entonces? Precisamente ese. Es más de lo mismo. Supera, pero no sorprende, porque es lo que se espera de ella. Exactamente eso.
Cuando un potente grupo narcotraficante destruye de un plumazo toda la infraestructura de los Kingsman, los dos únicos supervivientes, Merlin y Eggsy (que, en ese momento, se encontraba cenando con sus futuros suegros, los reyes de Suecia) descubren una organización aliada en Estados Unidos. Ambos grupos unirán fuerzas para encontrar y acabar con el poderoso cártel comandado por la despiadada Poppy, y su afán de dominar el mundo.
Reino Unido-Estados Unidos, 2017 (161′)
Título original: Love and other impossible pursuits
Dirección: Matthew Vaughn.
Producción: Adam Bohling, David Reid, Matthew Vaughn.
Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn, basado en los comics de Mark Millar y Dave Gibbons.
Fotografía: George Richmond.
Música: Henry Jackman, Matthew Margeson.
Montaje: Eddie Hamilton.
Intérpretes: Taron Egerton (Eggsy), Colin Firth (Harry Hart), Julianne Moore (Poppy), Edward Holcroft (Charlie), Mark Strong (Merlin), Halle Berry (Ginger), Pedro Pascal (Whiskey), Channing Tatum (Tequila), Jeff Bridges (Champ), Elton John (Elton John), Bruce Greenwood (Presidente de Estados Unidos), Emily Watson (Jefe de Equipo Fox), Hanna Alström (Princesa Tilde), Sophie Cookson (Roxy), Michael Gambon (Arthur), Poppy Delevigne (Clara).
Es cierto que, como decía, la sorpresa se diluye pronto al descubrir que los mimbres con los que se teje esta segunda entrega son los mismos con los que Vaughn creó la primera de las cintas de la saga. Aunque también lo es que aquí son mucho más excesivos. Más escenas de peleas destacadas (y mucho más elaboradas): si en la primera sobresalía la famosa escena de la iglesia fundamentalista, aquí hay al menos tres o cuatro momentos del mismo calibre: la larga secuencia del taxi en el arranque, la del teleférico ya en el final, alguna de las peleas en el poblado de los años cincuenta que se ha montado Poppy en medio de la nada…
Destaca también el enorme plantel de secundarios de lujo, con una magnífica Julianne Moore (¿sorprende esto a alguien?) más macarra que nunca, y un Elton John (haciendo de sí mismo) en plan desatado. O, como miembros de la agencia americana Statesman, unos muy notables Jeff Bridges, Halle Berry o Channing Tatum (quien seguramente tendrá un papel mucho más importante que aquí en la tercera entrega de la ya saga).
Vaughn nos mete de lleno en una montaña rusa, con momentos adrenalínicos, humor muy negro, y logros visuales totalmente demenciales (las celdas apiladas en los estadios deportivos, los perros robot, el poblado de Poppy en sí mismo), virguerías visuales, pero todo parece irsele de las manos y la película puede resultar algo larga.