DESDE HACE YA bastantes años, la Iglesia propone un camino de desarrollo económico por el que avanzar desde los valores morales del Evangelio. Busca que todas las personas tengan un trabajo decente con el que poder vivir en condiciones de dignidad y con el que poder desarrollar las capacidades que Dios nos ha dado.
Unas condiciones de seguridad adecuadas, un salario que permita una vida sencilla pero sin angustias, un ambiente de trabajo humano y ecológico, unos derechos reales de asociación, etc. Esto para algunos podría ser meramente una utopía, pero para los cristianos -obreros y empresarios-ha de ser un camino a recorrer. Ningún cristiano empresario puede conformarse con ofrecer a los trabajadores de su empresa unas condiciones laborales indignas. Todos los cristianos trabajadores han de procurar esas condiciones dignas en su puesto de trabajo.
El día 7 de octubre es el día que la Iglesia reserva para sensibilizar por unas condiciones decentes para todo puesto de trabajo. En el evangelio del próximo domingo parece que Dios Padre también está por esta labor. Jesús lo compara con un empresario que desea que todos tengan un trabajo con el que emplear su vida y desarrollar sus capacidades. Él mismo está desde la mañana a la tarde ocupado por emplear a unos y a otros.
Pero lo más sorprendente de la parábola es que a todos, los que comenzaron a trabajar temprano y los que lo hicieron bastante más tarde, todos, reciben el salario que les permite sacar adelante a su familia: a todos les ofrece como paga un denario. Para él lo importante no es el nudo rendimiento del trabajador, sino su actitud de búsqueda de trabajo y que pueda cubrir las necesidades de su familia. Cien mil empresarios como el del evangelio necesitábamos en Andalucía.