La orden de trabajo decía: “El alumbrado de los patios no encienden en automático, a las 18:30 (ya ha oscurecido) hay que hacerlo manual y luego pasarlo al otro sistema”. El enunciado en sí, era tan largo como confuso.
Después de veintiocho años trabajando en el mantenimiento de aquella cárcel de mujeres, percibía lo que los demás aparentaban no querer ver… que la oscuridad era consustancial con aquel maldito lugar.
No impongas a nadie lo que tú mismo no puedes soportar. Publio Siro