1857. Día histórico: los duques de Montpensier entregan el pendón restaurado del rey moro

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1857. Día histórico: los duques de Montpensier entregan el pendón restaurado del rey moro

Cuando, a las nueve y media de ayer, 1 de mayo de 1857, los duques de Montpensier descendieron del carruaje que les traía de Sevilla y pusieron un pie en La Plazoleta, entrada de la villa, se estaba empezando a escribir un día histórico en los anales de Dos Hermanas. No sólo porque, en un acto solemne, el aspirante al trono de España hacía entrega del pendón que durante siglos se veneró en nuestro pueblo; también por el impresionante cortejo de caballeros y aristócratas que acudieron a la ceremonia, nunca antes visto en Dos Hermanas.

La historia comenzó el año pasado cuando, gracias a la escritora Fernán Caballero, que en su novela La Familia de Alvareda relata el estado ruinoso en que se encontraban la ermita de Valme y “los estandartes con los que el Rey San Fernando había ganado Sevilla”, Montpensier conoció la secular devoción del pueblo de Dos Hermanas a esta reliquia. El duque en persona se desplazó a caballo a nuestro pueblo, vio el pendón “raído de polilla” e hizo llamar al alcalde, manifestándole su intención de reedificar la capilla y restaurar el pendón, que se llevó a su residencia, el Palacio de San Telmo.

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1857. Día histórico: los duques de Montpensier entregan el pendón restaurado del rey moro

Dos Hermanas, engalanada
La promesa ha sido cumplida. Bajo la dirección de María Luisa Fernanda de Borbón (hermana menor de la reina Isabel II y duquesa de Montpensier), el pendón ha sido restaurado pasándose a un paño de damasco carmesí, reforzado con vástagos de hierro sujetos con abrazaderas de plata.
El día de ayer fue el elegido para la entrega. Los nazarenos se volcaron en las calles para, entre curiosos y agradecidos, asistir al histórico acto y expresar su júbilo. Las calles estaban adornadas con arcos florales, casas recién blanqueadas, colchas colgadas de las puertas y ventanas adornadas con flores. El suelo, limpio y regado, estaba cubierto por una alfombra de flores y hierbas aromáticas. El duque, en una procesión (amenizada por una banda de música militar) que discurrió calle Marea abajo, portaba el asta con la bandera desplegada, cuya punta sujetaba la hermana de la reina. Les precedían los ilustres invitados reseñados en la columna adjunta. En la puerta de Santa Magdalena les esperaban el deán de la Catedral de Sevilla, Manuel López Cepero, el párroco, Antonio de Jesús Carmona, y resto del clero ante una multitud que no perdía detalle. La comitiva entró en la iglesia entonando el himno de San Fernando, y al llegar al altar mayor, el duque depositó el estandarte junto al altar. Tras la función religiosa, entregó al alcalde y al cura sendas llaves de la caja “destinada a guardar tan brillante monumento de gloria”. A continuación fue servido un magnífico almuerzo de 50 cubiertos delante de la capilla de Santa Ana.

Aunque a los nazarenos les fue restringida la entrada a su iglesia durante el solemne acto, sí les fue repartida a los más pobres una cuantiosa limosna de monedas, hogazas de pan y carne. También se celebró a continuación una corrida de novillos y se lidió un toro de muerte en un rincón de la Plaza de Isabel II. Los duques y acompañantes volvieron a SanTelmo a las cinco de la tarde. Ahora sólo falta la segunda parte de su promesa: que restauren la ermita de Valme.

La familia del ‘Rey Naranjero’
María Luisa Fernanda de Borbón (hermana menor de la reina Isabel II)y Antonio María de Orleans son los Duques de Montpensier, a quienes Dos Hermanas recibió ayer junto a sus hijas Isabel, Amalia y María Cristina. La más pequeña, Regla (en el regazo del padre), no vino debido a su corta edad. Ella y Cristina aparecen con la cabeza rapada como medida de prevención contra los piojos. En Sevilla, el duque es conocido, con cierta guasa, como ‘El Rey Naranjero’ porque vendía las naranjas de los jardines de San Telmo.

{xtypo_rounded4}Caballeros y otras personalidades que formaron la procesión
Además de tres de sus cuatro hijas (Isabel Francisca, María Amalia y María Cristina, ya que la pequeña infanta María Regla apenas cuenta con unos meses de edad) acompañaron ayer en Dos Hermanas a los Duques de Montpensier las siguientes personas, que reseñamos aquí para que sean recordadas en el futuro:
• Dª Rosario Arriaga de Fierri, Dama de Honor de Su Alteza.
• Dª Joaquina Vallejo, aya de las Serenísimas Infantas.
• D. Joaquín Arias de Saavedra, Marqués de Moscoso.
• D. Fernando Alcón, Caballero de la Orden de Carlos III y otras condecoraciones.
• D. Antonio de Latour, intendente de Sus Altezas Reales y gentil hombre de cámara. Él fue quien acompañó a caballo al duque de Montpensier para conocer la Virgen de Valme, la cueva de Santa Ana y el estandarte.
• D. Isidro Cagigas, Caballero Comendador de la Orden de Carlos III y secretario del Sr. Infante.
• D. Joaquín Auñón y León, Coronel retirado y Caballero de Gracia de la Ínclita Orden de San Juan de Jerusalén y gobernador de la provincia.
• D. Anastasio Mesón, Conde de la Peña del Moro, Caballero Gran Cruz de varias órdenes militares y Capitán General de Andalucía.
• D. Juan José González Nandín, Regente de la Audiencia del Territorio.
• Miguel Carbajal y Mendieta, Caballero Comendador de la Orden de Carlos III, Ordinario de la de Isabel la Católica y Maestrante de la de Sevilla.
Para recibir a los Regios Príncipes, estaban el alcalde D. Manuel López Varela (acompañado por sus concejales), D. Fernando Fernández de Rodas (juez de Primera Instancia), D. Manuel de Sierra (promotor fiscal), D. Juan María Maestre (coronel retirado de infantería), D. Manuel de Goyeneta (Coronel retirado), D. Joaquín de Goyeneta, D. Fernando Massa (alcalde de Alcalá de Guadaíra), D. Nicanor Blázquez (alcalde de Mairena del Alcor) y D. Antonio Murube (alcalde de Los Palacios). Las tres nietas del potentado del pueblo, José Lázaro, hicieron entrega, a las puertas de su domicilio en calle Marea, de tres ramos de flores a las hijas de los duques. {/xtypo_rounded4}

¿Pendón moro o cristiano?
El estandarte que ha sido restaurado (junto a estas líneas) fue rojo en su tiempo y debió tener encajes, cordones y borlas, desaparecidos tras seis siglos. Mide 255 x 95 cm. Aunque no se duda de su origen fernandino, es un enigma saber si era un pendón de Castilla (y pertenecía al Rey Fernando III) o bien fue el estandarte de un rey moro, conquistado y depositado como exvoto a los pies de la Virgen (Valme) que ayudó en la victoria.

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