OPEN WINDOWS
Nacho Vigalondo, director nacional que muchos aquí todavía desconocen, ha demostrado en más de una ocasión que es un gran conocedor de los elementos que forman el lenguaje cinematográfico, del que ha hecho uso en su trabajo anteriormente. Sobre todo en sus numerosos cortos, como aquel 7:35 de la mañana, que llegó a estar nominado a los Óscar, o el magnífico Domingo, que centraba todo su metraje en la importancia del fuera de campo.
{xtypo_code}España-Estados Unidos, 2014 (100′)
Título original: Open windows.
Escrita y dirigida: Nacho Vigalondo.
Producción: Belén Atienza, Mercedes Gamero, Enrique López Lavigne.
Fotografía: Jon D. Domínguez.
Música: Jorge Magaz.
Montaje: Bernat Vilaplana.
Intérpretes: Elijah Wood (Nick Chambers), Sasha Grey (Jill Goddard), Neil Maskell (Chord), Nacho Vigalondo (Richy Gabilondo), Iván González (Tony), Scott Weinber (Don Delano), Adam Quintero (Pierre). {/xtypo_code}
En sus dos largometrajes previos a este demostró asímismo tener un talento y un humor bastante peculiares, con historias que ocultaban detrás mucho más de lo que parecía traslucirse en la superficie. Con estos mimbres, no era de extrañar que Vigalondo, primero, diera el salto al mercado internacional (de hecho, tanto Los cronocrímenes como Extraterrestre tuvieron cierto éxito en Estados Unidos), y segundo, que diera un paso más allá con la utilización de elementos extracinematográficos (es un decir) de un modo nunca antes realizado.
Open windows es, en cierto modo, una revisitación de La ventana indiscreta de Hitchcock, aunque tiene más de thriller de Brian de Palma que del maestro británico (por evidente que sean las referencias, ya desde el título), pero lo cierto es que va más lejos. Nick Chambers espera con ansias su cita con su actriz favorita, Jill Goddard, después de haber ganado una cena con ella en un concurso de internet. Pero a última hora, la chica cancela el encuentro. Entonces, alguien le ofrece a Nick la posibilidad única de seguir a Jill a través de su ordenador, sin que ella sepa que está siendo espiada.
Contada en tiempo real, lo que vemos en todo momento es únicamente la pantalla de un ordenador, en el que nuevas ventanas van abriéndose y cerrándose, prestando atención a una u otra según nos convenga. Como decíamos, más que un thriller con persecuciones, más que una historia sobre los peligros de la red, Vigalondo nos hace partícipes de lo que vive y ve el protagonista y al convertirlo en un voyeur, espiando la intimidad de la actriz, nos convierte a todos en mirones, en espías incapaces de retirar la mirada de la pantalla.
El trabajo que nos presenta Vigalondo es un prodigio visual, una verdadera virguería técnica. Una historia multipantalla en la que cada ventana añade nueva información, como si fuesen tres (o cuatro, o cinco) películas en una. El único problema es que al final con tanta virguería, el guión se pierde en giros innecesarios, que pretenden dar más emoción de la necesaria y lo que hace es quitársela. Ello evita que Open windows alcance las cotas de sus anteriores obras.