La Virgen de Valme, que este año estrenaba un manto bordado en plata de color mostaza, no pudo lucirlo con el esplendor habitual por culpa de la lluvia, que hizo presencia a la altura de Barranco, tal y como preconizaban las previsiones. Para protegerla de la humedad, un capote de plástico cubrió a la imagen en la mayor parte del recorrido, dejando solo al descubierto su cara.
El agua y el estado de los terrenos obligó a la Hermandad a modificar los horarios de entrada y salida de la explanada de Cuarto. El Hermano mayor, Juan Varela, declaró a la prensa que “aunque la lluvia es necesaria y deseada por todos, tenemos que entristecernos porque se ha deslucido la mayor de nuestras fiestas populares”.
Sin embargo, y aunque la lluvia no cesó, los peregrinos (paraguas en mano) no cesaron de cantar a la Virgen y vitorearla entre gritos de “¡Valme guapa, guapa y guapa!”. Con el rezo del santo rosario y el canto de la salve, la romería partió de vuelta rápidamente, con una merma importante de los iniciales mil caballistas y carruajes, que tuvieron que recurrir a los capotes impermeables.