SOUL KITCHEN
Son muy numerosas las ocasiones en las que el cine se ha ocupado del fabuloso mundo de la gastronomía, con películas donde la comida y los ágapes son tema fundamental de la trama, y las cocinas y restaurantes los mejores decorados. Soul kitchen, la nueva cinta del director turco-alemán Fatih Akin es la última en sumarse a esa larga lista.
{xtypo_code}Alemania, 2009. (99’)
Título original: Soul kitchen.
Director: Fatih Akin.
Producción: Fatih Akin, Ann-Kristin Homann, Klaus Maeck.
Guión: Fatih Akin, Adam Bousdoukos.
Fotografía: Rainer Klausmann.
Montaje: Andrew Bird.
Intérpretes: Adam Bousdoukos (Zinos Kazantsakis), Moritz Bleibtreu (Illias Kazantsakis), Birol Ünel (Shayn Weiss), Anna Bederke (Lucia), Pheline Roggan (Nadine Krüger), Lukas Gregorowicz (Lutz), Dorka Gryllus (Anna Modstein), Wotan Wilke Möhring (Thomas Neumann), Demir Gökgöl (Sokrates), Monica Bleibtreu (Abuela de Nadine), Catrin Striebeck (Sra. Schuster).{/xtypo_code}
Akin abandona las historias duras, más cercanas al drama, con las que recogió innumerables premios por todo el mundo, y que fueron merecidamente reconocidas por crítica y público, como fueron Contra la pared y Al otro lado (ambas, por cierto, pasaron por el Sevilla Festival de Cine), y se pasa a la comedia, alocada en algún momento, aunque su cine siga siendo claramente reconocible, los rasgos típicos ya presentes en las cintas anteriores vuelven a aparecer, y su estilo es inconfundible.
Zinos es dueño de un restaurante de fritanga en Hamburgo, y su suerte no marcha nada bien: Nadine, su novia, se marcha a Shanghai por trabajo, Hacienda le agobia, sus clientes abandonan el local desde que contrató a un nuevo cocinero, y una hernia discal no le deja casi ni moverse. Pero la voz empieza a correrse y pronto su local empieza a llenarse. Aunque su corazón sigue vacío, y decide dejarlo todo en manos de su hermano Illias, un ex-convicto que acaba de salir de la cárcel, y marcharse a China a buscar a Nadine. Dos malas decisiones que difícilmente podrá solucionar.
Soul kitchen tiene grandes momentos, buenas secuencias como la divertida-patética sesión de cibersexo entre el protagonista y su novia, aunque también situaciones que no son tan convincentes ni tan divertidas como se pretende.
Akin se mantiene fiel a su estilo, su estética y su selección musical, pero al cambiar de género la fuerza que tenía hasta el momento en sus cintas, decae, pierde fuelle. Soul kitchen es más asequible, más ligera, menos profunda que sus éxitos anteriores, pero también es más olvidable. Mantiene el tipo mientras se está viendo, provoca más de una sonrisa (y un par de carcajadas), aunque se cebe demasiado con algún gag (utilizándolo en exceso), pero poco después de salir de la sala, es difícil recordar las visicitudes de Zinos.