Se cierra la saga, ¿o no?

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1101LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE

Menos de un año después de que se estrenara (en cine, claro) la primera parte de la extensa trilogía creada por Stieg Larsson, la historia llega a su fin. Y lo curioso es que no es un final corriente, no es estridente, no es espectacular (del estilo al que el cine hollywoodiense no tiene acostumbrados). Antes al contrario, ni siquiera parece un final. La historia contada en los libros llega a su conclusión, pero todo parece indicar que las aventuras de Blomkvist y ese gran personaje que es Lisbeth Salander puede continuar en el cine, más allá de la imaginación de Larsson, su creador.

{xtypo_code}Suecia-Dinamarca-Alemania. 2009. (148’)
Título original: Luftslottet som sprängdes.
Director: Daniel Alfredson.
Producción: Soren Staermose.
Guión: Jonas Frykberg y Ulf Ryberg, basado en la novela de Stieg Larsson.
Fotografía:  Peter Mokrosinski.
Música: Jacob Groth.
Montaje: Hakan Karlsson.
Intérpretes: Noomi Rapace (Lisbeth Salander), Michael Nyqvist (Mikael Blomkvist), Michalis Koutsogiannakis (Armanskij), Anders Ahlbom (Dr. Peter Teleborian), Micke Spreitz (Ronald Niederman), Mirja Turestedt (Monica Figuerola), Hans Alfredson (Evert Gullberg), Lena Endre (Erika Berger), Jacob Ericksson (Christer Malm), Annika Hallin (Annika Giannini), Lennart Hjulström (Clinton), Niklas Hjulström (Ekström), Magnus Krepper (Hans Faste), Johan Kylén (Bublanski), Sofia Ledarp (Malin Erikson).{/xtypo_code}

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Es ahora, cuando la trilogía fílmica ya ha concluido, cuando podemos hacer un análisis de conjunto (al menos somero, que tampoco tenemos tanto espacio). A grandes rasgos (salvo en parte de la segunda y más floja entrega), la versión cinematográfica se mantiene fiel al tono oscuro de la novela.

En esta tercera parte, la más compleja y de argumento más adusto, al igual que en las anteriores, se han eliminado algunos personajes y varias líneas argumentales, y se han simplificado otras, en beneficio de hacer más asequible la comprensión de lo que se cuenta (esta entrega es la más política, la más difícil de digerir).

Lisbeth se recupera en la cama de un hospital de las graves heridas sufridas de manos de su padre, Zalachenko, que también reposa malherido, dos habitaciones más allá. La policía espera a que la chica se restablezca para detenerla. Pero Michael no piensa dejarla en la estacada, y escarba en su pasado, para tratar de ayudarla, sacando a la luz todos los trapos sucios de los que conspiraron contra ella en el pasado.

Alfredson, director de las dos últimas entregas, demuestra una gran solvencia a la hora de trasladar a imágenes una de las sagas literarias más rentables de los últimos tiempos, no se ha dejado llevar por lo fácil y ha sido fiel a la esencia, a esa negrura que subyace por debajo de toda la trama. No hay escenas grandiosas, no hay alharacas, al contrario, hasta las pocas secuencias de peleas, de enfrentamientos, (verbales y físicos) son secas, rápidas, o directamente omitidas (como la escena final).

Una buena película, que sirve para cerrar una buena saga literaria. Mejorable, cómo no, pero da miedo pensar lo que habrían hecho en Hollywood con este material…

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