Hacía muchos días que te encontrábamos mal y cansada,
sin ganas de comer y algo asfixiada
dando vueltas y vueltas con la cabecita agachada.
¿Qué te pasaba nuestra buena Laika?
¡Qué no tenías fuerzas para nada!
Quiero que sepas amiga querida,
que me encuentro destrozada,
lo mismo le pasa a Manolo
por la noche y la mañana.
Han sido muchos años en casa,
siempre al ladito de Manolo te echabas.
Él está muy triste,
cuando mira por dónde tú estabas.
¿Para dónde mirará ahora?
si tu hueco eras tú quien lo llenaba.
¡Siempre quedará vacío!,
él no se consuela con nada.
¿Qué nos dices buena Laika?
si ya no te siento para nada.
Estaremos muy solos sin ti,
por toda esta vida larga.
Quiero decirte cuánto te queríamos,
ya descansas para siempre.
pero nunca serás olvidada,
porque tú, nuestra Laika querida,
en nuestro corazón quedaste grabada.
Mi José Luis también te echa en falta,
su mirada ausente le delata,
acordándose de ti, de nuestra
amiga del alma.
Mª Rosario Ferrer de Couto Rodríguez.
