El perfume del dinero

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críticaTHE INTERNATIONAL

El director alemán Tom Tykwer debuta en la industria de Hollywood con una superproducción que se estrenará a nivel planetario (aunque algo parecido ocurrió con su versión de la novela El perfume) y que cambia el estilo y temática tratada en las cintas realizadas en su país, Soñadores de invierno, Corre Lola, corre y La princesa y el guerrero, de corte más intimista y que, con excepción de la segunda, apenas llegaron a verse fuera de las fronteras germanas.

 

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Estados Unidos, 2009 (119’)
Título original: The International.
Director: Tom Tykwer.
Producción: Lloyd Phillips, Charles Roven, Richard Suckle.
Guión : Eric Singer.
Fotografía: Frank Griebe.
Música: Reinhold Heil, Johnny Klimek y Tom Tykwer (Pale3).
Montaje: Matilde Bonnefoy.
Intérpretes: Clive Owen (Louis Salinger), Naomi Watts (Eleanor Whitman), Armin Mueller-Stahl (Wilhem Wexler), Ulrich Thomsen (Jonas Skarsen), Michel Voletti (Viktor Haas), Patrick Baladi (Martin White), Jay Villiers (Francis Ehames), Fabrice Scott (Nicholai Yeshinski), Haluk Bilginer (Ahmet Sunay), Luca Barbareshi (Umberto Calvini).Brunch (Teniente Becker).

Salinger es un agente de la Interpol que lleva tiempo vigilando los movimientos de un poderoso grupo bancario con sede en Luxemburgo, intentando demostrar que están detrás de varios atentados terroristas y que trafican con armas que venden a países del tercer mundo para propiciar y facilitar los conflictos bélicos con los que enriquecerse. Pero todos los caminos parecen estar cortados, nada ni nadie le facilita el trabajo, y su vida corre peligro.
La cinta no cuenta nada nuevo en realidad. Si acaso, que los malos dejan de ser rusos, árabes o terroristas, como venía siendo habitual hasta la fecha, y pasan a ser los poderosos bancarios de chaqueta y corbata. Aunque era algo que venía denunciándose desde hacía meses en diversos foros. El modo en que se cuenta tampoco es novedoso, incluso podría decirse que es demasiado obvio.

Lo que destaca en la cinta es el uso de los elementos típicos que tiene, el manejo de la acción. El ejemplo más claro es la secuencia del tiroteo en el museo Guggenheim de Nueva York, de una factura sencillamente magistral. Aunque no es el único. El arranque está rodado de modo casi brillante, consigue que nos inmiscuyamos en la intriga sin que todavía nos haya contado prácticamente nada.

El problema de la película es su final y su extrema complejidad. Después de haber estado dirigiéndonos por senderos peligrosos, demasiado enrevesados, a veces sin que lleguemos a comprender del todo lo que está ocurriendo, o de quién se está hablando, la historia concluye con una secuencia demasiado simple, que tira por la borda todo el camino que antes se ha recorrido, con elementos que resultan poco creíbles (¿dónde están los omnipresentes guardaespaldas del todopoderoso jefazo del banco?)

No es la mejor de las cintas del director (que, como es habitual en sus creaciones, es el autor, junto a sus compañeros Heil y Klimek, de la banda sonora con su grupo Pale3), pero supera el examen de entrada en la industria de Hollywood con nota, no dejándose avasallar por los estudios, y abre las puertas a la esperanza de que en un futuro, de seguir trabajando allí, pueda hacer lo que realmente quiere, lo que tan bien sabe hacer, como ha demostrado en sus primeras obras, sobre todo en la deliciosa Corre Lola, corre.

 

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