MENTIRAS Y GORDAS
El dúo de directores formado por Menkes y Albacete vuelve después de cinco años de vacío, y lo hace con una cinta que echa mano de la cantera de jóvenes intérpretes que están consiguiendo gran éxito entre los adolescentes gracias a las series de televisión. Todos ellos (casi sin excepción) son carne de la pequeña pantalla: Mario Casas y Hugo Silva (Los hombres de Paco), Ana de Armas y Yon González (El internado, aunque la cubana ya había hecho cine antes de llegar a España y a las series), Ana Polvorosa (Aida), Maxi Iglesias (Física o química), Esmeralda Moya y Miriam Giovanelli (El castigo, la primera ahora también en ¿Hay alguien ahí?), incluso a la ya más veterana (es un decir) Duna Jové, que hace unos años protagonizaba Compañeros. Quizás lo que los directores buscan sea un mayor tirón entre el público juvenil, aunque la cosa puede que no les salga tan bien.
España, 2009.
Directores: Alfonso Albacete y David Menkes. Producción: Gerardo Herrero.
Guión: Alfonso Albacete, Ángeles González Sinde y David Menkes.
Fotografía: Alfredo Mayo.
Música: Juan Sueiro, Juan Carlos Molina.
Montaje: Fernando Pardo.
Intérpretes: Mario Casas (Tony), Ana de Armas (Carola), Yon González (Nico), Ana Polvorosa (Marina), Marieta Orozco (Sonia), Hugo Silva (Carlos), Alejo Sauras (Bubu), Duna Jové (Leo), Esmeralda Moya (Nuria), Miriam Giovanelli (Paz), Maxi Iglesias (Pablo), Asier Etxeandia (Cristo), Elena de Frutos (Carmen), Clara Pradas (Rosa)
Un grupo de jóvenes que vive en una ciudad costera se enfrenta a la llegada del verano sin tener los planes muy claros. Tony y Nico quieren ir a un festival de música, para divertirse y conocer chicas, aunque no tienen dinero para ello, y uno no lo tenga tan claro. Para conseguir lo que necesitan, la propuesta es vender pastillas en las discotecas del lugar. Paz está cada día más triste porque su Carlos, su novio, la ha dejado porque ha ganado unos kilos. Su amiga Carola intenta calmarla, sin decirle que es con ella con la que Carlos la ha estado engañando, y le presenta a Bubu, un chico que conoció en un chat. Marina está empezando a sentir cosas que hasta ahora no había sentido y que intenta negarse a sí misma cuando conoce a Leo, una chica que dice que es modelo, en una discoteca. Sonia quiere dejar de vender pastillas, ya está cansada, pero siempre ocurre algo que le impide dejarlo. Las vidas de todos ellos se cruzarán en el comienzo de un caluroso verano repleto de fiestas, y cambiará para siempre lo que pensaban.
Menkes y Albacete han hecho en el cine lo que no se puede (o no se quiere, más bien) hacer en televisión. Lo que en las series es sugerido, apenas intuido, en la pantalla grande se muestra sin pudor, sin cortapisas: relaciones en todas sus variedades (hetero, homo y bisexuales), sexo mucho más explícito, múltiples desnudos de ellas y ellos, drogas de todo tipo… Y puede ser esto mismo lo que repela a los espectadores jóvenes que acudan a las salas buscando ver a sus estrellas favoritas de la tele, ya que se van a encontrar con algo muy distinto.
Mentiras y gordas parece que, en un principio, se dirige a la comedia, pero a medida que avanza parece decantarse más por el drama. Tiene una buena idea, mostrar las simas, el hundimiento, las tristezas y los momentos de bajón, de incertidumbre, de angustia incluso, después de la euforia, después de la fiesta. Pero en el cómputo general cuentan más los segundos, los momentos efervescentes de la fiesta, los toques de humor (sobre todo los de la relación de Bubu y Paz, que –reconozcámoslo– son muy divertidos).